Paseaba por la playa con el viento alborotándome el pelo y
pensando en un millón de cosas a la vez, cuando de repente me encontré una roca
que la mar había traído. La recogí de la arena, la observe, era única o por lo
menos para mí, tenía tres tonalidades distinta de negro. La guarde en mi
bolsillo y pensé que quedaría estupenda en mi cuarto y así siempre tendría algo
de este lugar especial.
Al regresar a casa la limpié y busqué el mejor sitio para mi
nuevo tesoro, justo encima de la chimenea, donde todo el mundo podía
observarla.
A la mañana siguiente, al despertarme, me encontraba más
cansada que cuando me fui a dormir, había estado toda la noche soñando con el
mar, una cueva, unos ojos negros y una voz que pedía ayuda. La verdad no le di
importancia porque los sueños, son eso sueños. Pero a la noche siguiente soñé
lo mismo y así durante los días sucesivos, lo único que cambiaba era que los
sueños se hacían más nítidos y yo cada vez estaba más cansada.
Decidí ir a dar un paseo a la playa para despejar estas
pesadillas de mi mente y que las olas se llevaran mis preocupaciones, pero cuál
fue mi sorpresa cuando en el lugar donde encontré la piedra había surgido un
enorme agujero, fui a investigar como toda una buena detective y justo en el instante que toqué la arena,
caí dentro de él. Al abrir los ojos lo primero que vi fue la cueva de mis
pesadillas. Asustada, de un brinco, me puse de pies. Colocada detrás de una roca
escuché una voz que me helaba la sangre, decía que dominaría el mundo y que
solo faltaba que llegara… ¿yo? ¿Qué pintaba yo en esta historia?, cogí todo mi
miedo y salí de mi escondite.
-¿Quién eres, para qué me necesitas…?
Y de repente me
encontré enfrente del ser más increíble del mundo era… un sireno, tenía una gran cola de pez de color verde, que
brillaba cuando el sol se reflejaba en ella y una gran melena oscura, era
imposible pensé, se encontraba encerrado en una especie de cárcel de agua, como
la de los acuarios, pero al mirarle a los ojos todavía me asusté más, eran los
ojos de mis sueños, a él le paso lo mismo. Decidí liberarle, despejar ese
misterio que no me dejaba dormir, pero alguien me agarró de los brazos y me ató
a una estalagmita de la cueva. Me observaba como los niños pequeños miran a los
animales en el zoo y sonreía como los malos de las pelis de Disney, al fin se
decidió a hablar:
- Bienvenida Altair, esperábamos tu visita. ¿Te encuentras cómoda?, perdón por atarte pero si no te
escaparías y eso no es bueno para mí, pero no te molestes porque Athos se llevo
la peor parte dentro de la pecera… Qué bonito es reunir a toda la familia, la verdad que os
dais un aire.
-¡SUELTANOS LOCO!-, le
grité -¿para qué nos
necesitas?, ¿familia qué dices...?
-Que buena pregunta, y ya que estamos tan cómodos en mi casa
os contaré el resto de mi plan:
Athos es el hijo del mar (como puedes observar es un Tritón
jaja dijo mirándome) y el joven sireno grito: ¡SUÉLTAME YA, ESTÁS LOCO Y NUNCA CONSEGUIRÁS NADA DE NOSOTROS. Y SINO
DEJA A MI HERMANA LIBRE…!
Levantando la mano infringió un gran dolor a Athos y este empezó
a gritar, y a nadar de un lado para otro.
- Como estaba contando, tú eres Altair
la hija de la tierra. Y yo… soy el magnífico Andros el hechicero de la
oscuridad del fondo del mar y con vuestras vidas conseguiré que esa oscuridad
que reina, el océano desaparezca.
Yo no podía creérmelo me encontraba secuestrada junto a un
ser mitológico que se cree que somos hermanos y un loco quería matarnos para
conseguir luz bajo el agua. ¿Estaré soñando?
-Andros, yo no soy la hija de la tierra, ni hermana de Athos
y lo que intentas conseguir es absurdo, estás loco muy loco... El giro su mano
y sentí un gran dolor en mi cabeza, entendí que me había hecho lo mismo que a
Athos.
- Mirar niñitos mal educados, con vuestras vidas conseguiré
aumentar mí poder y así eso que vosotros llamáis calentamiento global,
conseguirá que los océanos se aumenten, que los míseros humanos desaparezcáis,
y mis viejos amigos los sirenos estarán a mis órdenes porque tu padre Athos,
morirá de pena al ver tu cuerpo y el de tu hermana. Y el tritón que gobierna
las aguas será mío.
-¿Qué os parece mi plan? Asi que ahora os dejo solos, para que penséis en vuestra
absurda existencia, lo que más lamento es, que no os de tiempo a conoceros como
unos verdaderos hermanos.
Por fin nos dejo solos, y nos quedamos varios minutos
mirándonos uno al otro.
-¿Es posible que se cumpla su plan? ¿Tienes alguna idea
Athos? Voy a morir atada a una estalactita sin poder luchar…
-Tanquila Altair, llevas varios días soñando con esta
cueva, conmigo ¿recuerdas?
- Sí, llevo varias semanas sin poder descansar, y tu eres
esos ojos con los que sueño ¿qué podemos hacer?
- Esos sueños era el medio para contactar contigo, y que
vinieras a ayudarme, bueno a ayudarnos. Tú y yo estamos conectados, desde que
nacimos. Este el plan cuando éramos pequeños nos criamos juntos y
nos cantaban una nana para dormir, pero he investigado que esa nana es un
sortilegio, para que nadie pueda conquistar el mundo, y nuestros mundos sigan
en equilibrio como el bien y el mal ¿comprendes? Tu mundo no existe sin el mío,
y si nos matan será el caos.
-¿Nos criamos juntos? ¿Tus sabias de mi existía? ¿Es verdad que eres mi hermano? Pero
como….
¡Contesta por favor!
- S nos criamos juntos, somos hermanos. Hijos del dios del
mar y de la tierra, nuestro cometido es equilibrar a estos dos mundos y la
única manera de salir vivos de aquí es cantar ese sortilegio ¿preparada?
Que el amparo de la tierra
Me dé la fuerza de su
interior
Y Altair tu hija lo protegerá.
La oscuridad del mar
nos proteja
Y Athos lo defenderá.
Porque somos los
elegidos para liberar vuestras fuerzas
Ayudarnos y
conseguiremos la Paz.
Tras acabar nuestra pequeña nana, todo se quedó en oscuridad
solo oíamos los gritos de Andros maldiciéndonos como seres horribles. y
diciendo que nada había acabado.
Abrí los ojos y me encontré tirada en la playa rodeada de
gente, busqué y busqué a Athos, pero no estaba. La gente me preguntaba: ¿si
estaba bien? y que tenía que ir al médico que me había desmayado, pero…¿todo
lo que había vivido era parte de mi imaginación? Al regresar a casa todo era
igual nada había cambiado y pensé para mí que todo había sido un sueño, al entrar
en mi cuarto fui a buscar mi roca pero en su lugar había una cajita blanca como
de coral y al abrirla encontré un colgante de una concha blanca y una nota:
Altair nunca olvides quien eres,
Y menos que somos hermanos,
Cuida de la tierra solida mientras yo cuidare del mar.
Y si algún día me necesitas, este colgante me avisara.
No ha sido un sueño, y alguna vez, ven a buscarme en nuestro
lugar especial
La playa donde el mar se une a la tierra.
Jezabel Luguera ©