sábado, 23 de febrero de 2013

ELHORIZONTE

                                          
      Estoy hecha un lío, anoche durante la cena, dijo papá: 
- Para la empresa tengo un nuevo horizonte en este año, multiplicar las ventas con una nueva imagen ¡ya lo estoy viendo!           
- Eso es una utopía, con la que está cayendo Pablo, -respondió mi madre.     
-  Tengo ideas, esta noche lo consulto con la almohada. 
 Miré a mi hermano pequeño por mirarlo, estaba concentrado dándole al chupete tremendos y ruidosos chupetones, sentado en su trona azul celeste, que antes fue mía y de color rosa. Este pequeño “okupa “ no me sirve de nada, lo tengo claro ¿qué le importa eso del horizonte que ha dicho papá? 
-  ¿Qué es el horizonte? -Pregunté.     
-  Mañana vamos a ir a la playa y lo verás, -dijo mamá.       
Me acosté en mi cama y nada más poner la cabeza en la almohada dije:
-  ¡Almohada! ¿qué es el horizonte?
Esperé no sé a qué y me dormí ya aburrida, pensando que los mayores son raros, bueno el “okupa “ también lo era y un rato ¡consultar con la almohada! 
 
Al día siguiente, domingo, llegamos a la playa, hacía calor, me plantaron un gorro de dudoso gusto con estampado de margaritas. Al “okupa “  le dejaron en el cochecito, que antes fue mío también,  bajo una sombrilla. Yo me entretuve jugando con la arena, papá y mamá leían. En poco tiempo el sol se ocultó y comenzó a llover, corrimos y nos refugiamos bajo la sombrilla, el “okupa “ que al vernos junto a él comenzó a agitar sus piernas y brazos como un poseído, lanzando balbuceos sin sentido, era así de simple el pobre. 
Cuando la galerna pasó, se abrió el cielo y apareció el arco iris con todo su esplendor, entonces mamá me tomó de la mano y dijo: 
-  Cris, ¿ves esa línea donde se junta el cielo con el mar?eso es el horizonte ¿la ves?    
-  Sí, pero ¿dónde están esas ventas de papá?       
 
Mamá sonrió, yo continué diciendo, lo que a mí me gustaría es estar en el arco iris, subida en lo más alto, saltar de color en color, balancearme en cada uno de sus anillos antes que desaparezcan , quedarme un ratito en cada color, sobre todo en el rosa mamá.
 
Solté su mano y me adentré unos pasos de la orilla, pero el horizonte se alejaba más y más a cada paso que daba. El arco iris fue desapareciendo, igual que las ventas de papá.
 
 
                     Ana Pérez Urquiza ©

BEODO SIN HORIZONTES

 

La verdad tiene fronteras
que quieres cruzar bebiendo,
pero, sigues siendo esclavo
de ese amor ya macilento,
de los mundos imposibles
de ese olvido tan rastrero
que se enzarzó dolorido
e intuyes que fue desvelo... 

Tu pensamiento razona
y aprecias cada momento,
que todo fue ese delirio
y también, soñaste ebrio,
del poder de lo bebido
al que serviste de siervo,
que eran puertas prodigiosas
destiladas, sin consuelo... 

Codiciaste en su cariño
que te ofreciera los besos
y del aire, los suspiros
que te llevaran al cielo,
en busca de aquella historia
que destiló lo inconexo,
donde anidó la resaca
al morirse los deseos...

Hay licores que te llevan
en hondos despeñaderos
porque allí, te venderían
las caricias sin lamentos,
o las ternuras sin nombre
buscando brasas y fuegos
que por siempre perdurasen
olvidados al requiebro. 

Qué lástima despertarse 
a realidades y duelos,
a la vida que ha nacido
de ilusión y falso encuentro...
Beodo viste locuras,
viste amores sin aliento;
te hizo sentir en el aire
y quererla en tus desvelos. 

Fue vivir bajo las nubes
para olvidar los te quiero,
es nacer, cuando borracho,
al necesario recuerdo,
en sentimientos beodos
de quimera y del empeño;
eran alcoholes, olvido,
y nada pudo vencerlo... 

Créeme, nada obtendrías
de lo que te pudre adentro,
no te merece esa pena
y ¡vive, no sigas muerto!
Es borracha esa mentira,
y tú, ebrio ante el “no”, ciego,
lo creíste permitido,
y que duraba en el tiempo...

Eso que ansías, te mata,
siendo violento recuerdo
y te lleva a la locura
ese néctar de lamentos.
Eres débil, lo demuestras,
tan débil como el silencio
que con solo una palabra
ha yacido en el estruendo. 

Era la verdad tremenda
y realidades mintiendo
que has visto en esas resacas
lo que quisieras de cierto;
morirás siendo el cuchillo
que matará de silencios
ese amor que reviviste
y que yació al mismo tiempo... 

Equivocaste el latido
de esa llamada y encuentro,
quisiste tener abrazos
del amor que fue veneno,
y en quimeras hoy de luto
fuiste Lázaro y entierro,
no hubo milagro ni magia...
pues hoy, despiertas sereno. 

“¿Dónde acabarán mi desdicha,
dónde se pondrán los tiempos?
Donde embriagaste la vida
concibiendo esos deseos...
Por mucho que lo querrías
no era verdad, sino velo
del horizonte y la alquimia
embriagados de tus miedos”.
 

Conclusión
 

Suena el calor de la sangre
del corazón que hizo cuento,
fue el amor sin horizontes
que tornó en daño y flagelo,
 reconvertido en locura  
y que partió con el cierzo
rompiéndose en los latidos.
Réquiem de amor y tormento...
 

Ángeles Sánchez Gandarillas ©

HORIZONTE - (Depresión 1)

                                                             
-Buenos días, Batirtze, ¿pero qué haces sin prepararte aún?  Corre, date prisa, mira qué horizonte tan bello: la nieve ya ha bajado por la ladera cercana…
 -Buenos días, Zuriñe, ¿te importa que pospongamos la subida a los picos? 
 -Bueno, pero entonces subimos hasta la carretera de arriba y oteamos el panorama como los cuervos: 180 grados de disfrute del horizonte con su amor: el mar.  Luego, girando 90 grados, hacia la derecha observaremos los nevados Picos de Europa con su inseparable cielo y, por último, girando sobre nuestros talones, el verde de los eucaliptos nos ofrecerá el  mar marengo en su alianza con el horizonte. 
¿Cómo  no dices nada, dónde están tus ooohsss característicos, tus pasos de pasodoble, tus snifffes del aire?  ¡No dirás que tienes frío!  No niegues tantas veces, que a ti, algo te pasa.  
 -Zuriñe, tienes algo de maga.  Tú disfruta de la panorámica que has descrito, de las bellas líneas que nos ofrece el paisaje, de este poder sorber la fragancia que nos extiende la naturaleza… Sí, cuando lleguemos a casa, te contaré mi estampa interior y, quizá, entonces, me perdones mi apatía. 
  Llevo, así como un mes, que apenas vivo la vida.  Solo  me conforta la cama. De noche me acuesto con el horario de los niños  ingleses y, me levanto  con el de los enfermos.  Mi estado me recuerda a la depresión que sufrí, repetidas veces, cuando estaba en activo. 
Veo cómo se van abriendo las flores de la camelia; que el arbusto tiene las ramas cansadas y encorvadas de tanto peso: florecerán cientos de semi rosas.  También las azaleas hacen guiños de apertura.  Los mirlos buscan y rebuscan gusanos; se afanan con sus amarillos picos y sus laboriosas patitas… y,  en lugar de ponerme contenta porque la naturaleza sigue viva, mi mirada se humedece y apenas veo nada.  Se puede decir, que casi soy feliz, cuando no tengo que pisar la calle.  La falta de fruta y leche me obliga a prepararme y coger el coche.  Y sólo entonces, me doy una vuelta para saludar al mar y cansarme físicamente. 
¿Qué cuál puede ser la causa de mi estado?  Llevo casi cinco años disfrutando de este lugar paradisíaco y he sido tan feliz…  Ahora, cuando me quedo sola los domingos, su melancolía me llena de tristeza.  Sé que se le hace difícil asumir  su  futuro laboral:   inseguro; que lo que le queda por bregar puede ser un quinquenio o más.  Las leyes solo están hilvanadas y las empresas saben que tienen la sartén por el mango (“donde dije digo, digo Diego”)    Su horizonte para  la jubilación se le presenta borroso, plagado de cúmulos negros que no permiten filtraciones de haces luminosos.  Hace unos días, me comentó que la falta de vida social también le anula.  Mi mente no se habría alterado si hubiera contado con la lógica de antaño, pero le imaginé buscando compañía  cercana; incluso cariño a la vuelta del trabajo y los celos me rodearon, se extendieron en mis entrañas como el musgo se ha esparcido por todo el jardín.  ¡Y tan difíciles son de desterrar! 
  Ayer, cuando regresaba de nuestra despedida, con el corazón animado por los besos y abrazos recientes, vi  el horizonte adornado de estratos rojos, dorados, rosas, pero tres grupos negros de estorninos alocados volvieron a  convertir mi optimismo  en resbalón a los infiernos…
                                                
San Vicente de La Barquera,
a 31 de enero de 2013                                                        
Isabel Bascaran ©

ALQUILER DE HORIZONTES

 

-No me lo puedo creer, estas… nervioso, venga vamos a tomarnos un café mientras revisamos “Tú lista” 

1- Conseguir el valor para pedirle la cita a Amanda.
-Conseguido, y una sonrisa aparece en su cara.
 
2-Escoger el lugar para la cita.
-Después de pegar saltos como un loco y pellizcarme porque no era un sueño que aceptase. He decidido un paseo por la playa con picnic incluido.
 
3-Comprarme algo de ropa.
Con cara de enfado me dice-tras toda una tarde de compras "contigo, conseguido".
 
4-Llamar a Amanda para concretar la hora.
-Ahora mismo lo hago.
Coge el teléfono y llama;
-¿Amanda?
- Soy Mario ¿Qué tal?
-¿Yo? bien gracias.
-¿A qué hora te recojo?
-Perfecto a la una paso a recogerte, -y cuelga.
-Echo, ya lo tengo todo.
-Creo que no Mario.
 
5- y última, escoger el horizonte.
Nota…
 

-¿Te encuentras bien?, es que esto de que escojas horizonte… Suena a peli de Disney.

Con cara sonriente me dice:
 
-No me he vuelto loco, es lo último en Internet, ven que te lo enseño y así me ayudas que se me había olvidado por completo.

-Es que escoger unas flores para una cita vale pero esto….

-Cállate pesado y siéntate conmigo, ¿vale?

Reprimo mis ganas de contestarle y me siento junto él, enfrente del portátil.

Abre el buscador y pone,www.escogetucielo.com, y después de darle al enter, apareció una página web increíble que el titulo ya llamo mí atención.
 

Escoge el cielo para cada momento….
Y así hacerle inolvidable.
 

No me lo podía creer, puedes elegir cuantas estrellas puede tener tu noche estrellada, o si el sol al amanecer parezca más naranja que amarillo, ¡era increíble…!

-¿Ves?, no te mentía me lo conto una chica del trabajo.

-Tío, estoy sin habla, ¿pero y como lo hacen?

-Espera primero vamos a escoger mi horizonte ¿vale?

Acepte con un simple gesto y Mario pincho en la palabra “Horizonte”

Mis ojos se abrieron como platos. Había todo tipo de horizontes para escoger: románticos, tristes, inolvidables, felices, sorprendentes o simplemente mágicos.

Parecía irreal pero a la vez una bella locura.

-¿Cuál escogerías tu?

-Yo, simplemente mágicos.

Pinchamos y ante nosotros apareció una pregunta.

*¿Dónde vas a querer el horizonte?

Tras contestarla  aparecieron miles de opciones cada cual más disparatada. A qué hora tenía que ser (porque no pueden crear más de uno en un mismo lugar), de qué color le queríamos y claramente le pedimos de película, si queríamos que sonara alguna canción mientras aparecía y así… hasta el infinito.
 
Escogimos todo con mucho cuidado y tras varios minutos ya teníamos todo lo de la lista, con horizonte incluido.

-Ahora, ya podemos buscar como lo hacen Gustavo.

-Y tras varias horas de búsqueda solo encontramos esta frase: 

La magia simplemente no se explica, se siente, al igual que los momentos inolvidables. 

Decepcionado me despedí de Mario no sin antes desearle mucha suerte en su cita.

Me pase varios días con la idea de ¿como lo haría? o simplemente que era un timo pero Mario me llamo emocionado la cita había salido perfecta. Le pregunte por nuestro horizonte y él sólo me dijo que fue mágico, no se puede describir con palabras, tras colgar el teléfono decidí encargar uno para mi, y solo puedo deciros que fue mágico ¡ojala hubierais podido verlo conmigo!
 

Jezabel

HORIZONTE

 
La fiesta familiar se desarrollaba con alegría en aquella casa solariega cerca del cielo, con unas vistas majestuosas. 
Ya el horizonte, al final de la tarde se veía rojizo y amarillento al ocultarse el sol esplendoroso en aquella tarde de otoño. ¡Qué bello atardecer! –dijo alguien. Todos volvieron la vista y quedaron prendados del momento mágico, y después, aplaudieron, cuando el sol siguió alumbrando otra parte de la tierra y así sería hasta que de nuevo apareciera por el otro horizonte; este mañanero de luces claras y suaves. 
Ya era hora de irse marchando. Besos y abrazos por doquier. 
Luis había llevado a su hijo pequeño para que viese a sus primos. Estaba pasando un mal trago con el divorcio que tenía en ciernes. Se estaba comportando como un necio, lo reconocía para sus adentros, pero no ante los demás. Acababa de beber tres whiskys seguidos. 
Su hermana María hacía rato que lo observaba y se acercó para decirle: "Luis, ¿Porqué no te quedas y sales mañana?" 
-¿Pero tú sabes lo que tengo que hacer mañana?, ¡No, no puedo! 
-Por favor, hazlo por el niño, reconoce que no estás en el mejor momento de coger elvolante. 
-Estate tranquila hermanita, no me pasa nada. Iré despacito; total no está tan lejos nuestra casa. ¡Pedrito, sube al coche que nos vamos! 
-¡Por favor Luis! 
-Adiós hermanita. 
Ya era noche cerrada, la luna muy menguada no ayudaba nada y bajar hasta el pueblo desde tanta altura, no se ponía nada fácil. 
-Voy bien, se decía. Pero eso no era verdad, el coche se le iba de vez en cuando hacia la izquierda. 
De pronto, en un cambio de rasante, unas luces que parecían de una verbena, le hicieron dar un tremendo volantazo, que le obligaron a salirse de la carretera. Ya solo escuchaba los gritos del niño. Todo era caos, giros y golpes contra piedras. De pronto chocaron con algo y el coche se paró en seco. 
 
Un hombre lo estaba mirando. -¡Ya vuelve en sí! –decía. 
-¡El niño! ¿qué le ha pasado al niño? -Su voz era un susurro… 
-Nada, el niño está bien. Menos mal que llevaba el cinturón de seguridad puesto. Asustado, muy asustado, eso sí que está. 
Habían salvado la vida, pero ahora se tendría que enfrentar al uniforme de policía que veía venir hacia él. Un horizonte un tanto incierto.
 
                                   Mª Eulalia Delgado González  © 
                                    Febrero 2013

AHORA, Y CON EL PASO DE LOS AÑOS…

 
Ahora, y con el paso de los años,
recuerdo muchas tardes de la infancia,
miradas que buscaban horizontes,
cristales agrietados en ventanas. 
Recuerdo la pereza y el hastío
y el alba que asomando nos llamaba,
las voces animadas de la calle
de obreros que empezaban su jornada.
Recuerdo la ciudad con su misterio,
la eterna sensación y filigrana,
de un mundo sugerente y de alegría
que allí, tras las aceras esperaba.
No olvido a las palomas de los parques
picando por los bancos las migajas,
que manos compasivas las dejaron
y que ellas con paciencia aprovechaban.
Recuerdo a los maestros con su traje
y niños con mochilas en la espalda,
siguiendo la silueta de la escuela
en forma de trabajo y enseñanza. 
Recuerdo a los gorriones con sus trinos
y el roce tan sublime de sus alas,
paraban los relojes, sin saberlo,
causando sensación en las entrañas. 
Recuerdo mariposas de colores
volando con sus alas desplegadas,
el paso tan fugaz de las alondras,
y la hora en que tocaban las campanas. 
No olvido aquella edad tan inocente,
pasado que aún recuerdo con nostalgia,
ni olvido la florida primavera
llegada con la flor de una mirada.
Más ahora que recuerdo todo esto
el llanto me atenaza la garganta,
la lluvia tan visible de mis ojos
se forma en la garúa que desgranan. 
Y bajan silenciosas esas gotas,
y corren por mi cara tantas lágrimas,
que trazan un dibujo permanente
llegando a los confines de mi alma. 
Ya sé que los recuerdos son recuerdos
y deben reposar en su morada,
anclados en el tiempo tan lejano
que nadie les altere de su calma.
Más siento que si vuelvo la cabeza
resurgen, con su vida de la nada,
y vuelven a mis dedos presurosos
en busca de la luz y la mañana. 
"...Ahora, y con el paso de los años,
el alma irreverente me reclama,
me dice, que a pesar de tanto tiempo,
hay alguien que me espera y que me aguarda..." 
Rafael Sánchez Ortega ©
16/01/13

UN HORIZONTE

                                     
                                   Una mañana temprano
                                   Me asomé a la ventana
                                   Despacito y con desgana,
                                   Ojos fijos sobre el llano,
                                   Cansado de que el piano
                                   De mi vida silenciara
                                   La pena que me embargara.
                                   Siento notas en el alma
                                   Que mi sentimiento calma
                                   Y mi visión sosegara. 
                                   ¡Qué música tras el cristal!
                                   Notas caían del cielo
                                   Y sin llegar hasta el suelo
                                   Dibujan una estela tal
                                   Sobre la ralla horizontal
                                   Que sonaban con destreza
                                   Y armonizaban belleza
                                   De un paisaje musicado
                                   En mi interior sosegado
                                   En busca de mi pureza.                       
                                   Con la brisa mañanera
                                   Se despeja el horizonte.
                                   Surge en el alma un desmonte
                                   Que aclara de tal manera
                                   La maleza que a la vera
                                   Va cayendo de mi mente.
                                   Siento alejarse la gente
                                   Y con la luz del ocaso
                                   Siento muy cerca el fracaso.
                                   ¡Es soledad, finalmente!
 
                                  Maximino Fernández Sierra ©