Ojeo, distraída, el Instagram.
Voy deslizando las imágenes lentamente, con el pulgar, viajando a esos lugares
que he conocido y a otros que no. Mi cabeza fluye relajada; recuerda, o
simplemente imagina. Me detengo. Hay un vídeo de la hija de Fara, una niña de
dos años, maldiva, de piel muy oscura, agachada en cuclillas, dibujando con el
dedo sobre la blanquísima arena de su isla. Lleva un bañador rojo con tirantes
de volante. El pelo –oscuro, como toda ella– está recogido en una pequeña
coleta. Unos cuantos mechones se le han escapado y puedo sentir la brisa. La
imagen se repite una y otra vez, pero no parece que haya un principio y un fin.
Para ella se ha detenido el tiempo, o simplemente no existe.
Almudena Pascual©
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