He sido fiel testigo de la historia
recogiendo la misma en mi palabra,
unas veces en forma de poemas
y otras más en cuartillas arrugadas.
Los poetas soñamos muchas veces
y escribimos de aquello que nos pasa,
y también lo que ocurre a nuestro lado,
y del hombre que grita y que nos llama.
Escribimos la historia, sin saberlo,
y lo hacemos con pluma plateada,
con la mano que tiembla presurosa,
y esa tinta que queda resecada.
Y la tinta se queda en el cuaderno
con la historia fielmente rescatada,
con aquellos sucesos que yo he visto,
con la voz que en la calle me llamaba.
Con el tiempo se paran los relojes
y se duermen con sueño las campanas,
hay un algo que queda en el silencio,
y el misterio, en la historia se rescata.
Yo repaso despacio mi cuaderno,
veo notas pacientes señaladas,
veo versos escritos por mi mano
y en los mismos el algo que faltaba.
Es la vida dormida en un momento,
es el verso que queda en una página,
es la historia contada brevemente,
de la vida silente de las almas.
Y la historia se cuenta y se repite,
se recoge en las hojas tan sagradas,
son el breve y eterno escalofrío
con el grito que sale en las entrañas.
Es el grito callado de la vida
el que surge en las letras enlazadas,
el que pide a los cielos su clemencia,
ese pan, la comida y la esperanza.
Soy testigo, por eso, de la historia,
de la vida que empieza en su mañana,
de las horas, minutos y segundos,
en el tiempo que vivo en la jornada.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/01/09
recogiendo la misma en mi palabra,
unas veces en forma de poemas
y otras más en cuartillas arrugadas.
Los poetas soñamos muchas veces
y escribimos de aquello que nos pasa,
y también lo que ocurre a nuestro lado,
y del hombre que grita y que nos llama.
Escribimos la historia, sin saberlo,
y lo hacemos con pluma plateada,
con la mano que tiembla presurosa,
y esa tinta que queda resecada.
Y la tinta se queda en el cuaderno
con la historia fielmente rescatada,
con aquellos sucesos que yo he visto,
con la voz que en la calle me llamaba.
Con el tiempo se paran los relojes
y se duermen con sueño las campanas,
hay un algo que queda en el silencio,
y el misterio, en la historia se rescata.
Yo repaso despacio mi cuaderno,
veo notas pacientes señaladas,
veo versos escritos por mi mano
y en los mismos el algo que faltaba.
Es la vida dormida en un momento,
es el verso que queda en una página,
es la historia contada brevemente,
de la vida silente de las almas.
Y la historia se cuenta y se repite,
se recoge en las hojas tan sagradas,
son el breve y eterno escalofrío
con el grito que sale en las entrañas.
Es el grito callado de la vida
el que surge en las letras enlazadas,
el que pide a los cielos su clemencia,
ese pan, la comida y la esperanza.
Soy testigo, por eso, de la historia,
de la vida que empieza en su mañana,
de las horas, minutos y segundos,
en el tiempo que vivo en la jornada.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/01/09
