Imágenes nostálgicas me llevan al siglo XX, donde el antiguo tren de vapor estaba reñido con la prisa, ya quye en recorrer doscientos kilómetros se tardaba siete horas.
Y esos vagones con asientos de madera, lámparas de aceite, (candiles se llamaban), humo, carbonilla, y el inconfundible trqueteo.
Luego estaban la pareja de protagonistas, "El Maquinista y El Fogonero", de ellos nos han quedado las famosas "marmitas", ya que cocinaban en estas durante los viajes.
¡Cómo no!, los Jefes de esas bonitas y coquetas estaciones que tristemente hoy en día tienden a desaparecer.
Viajar en tren de norte a sur y de este a oeste, creo que era, dejarse guiar por las vías, pero de nuestros sueños.
La literatura y el cine se han quedado en mi memoria y retina. Aventuras como "La Vuelta al mundo en ochenta días", asesinatos como en "El Orient Express"...
Cenas en comedores lujosos con cortinajes y manteles de encaje, cojines mullidos, todo como en los mejores restaurantes de cualquier capital europea. Poder disfritar de maravillosos paisajes, ríos, bosques frondosos, valles, montañas altas y verdes, todo como si pudiésemos rozarlo con nuestras manos.
Ana Pérez Urquiza ©
Abril 2009
Y esos vagones con asientos de madera, lámparas de aceite, (candiles se llamaban), humo, carbonilla, y el inconfundible trqueteo.
Luego estaban la pareja de protagonistas, "El Maquinista y El Fogonero", de ellos nos han quedado las famosas "marmitas", ya que cocinaban en estas durante los viajes.
¡Cómo no!, los Jefes de esas bonitas y coquetas estaciones que tristemente hoy en día tienden a desaparecer.
Viajar en tren de norte a sur y de este a oeste, creo que era, dejarse guiar por las vías, pero de nuestros sueños.
La literatura y el cine se han quedado en mi memoria y retina. Aventuras como "La Vuelta al mundo en ochenta días", asesinatos como en "El Orient Express"...
Cenas en comedores lujosos con cortinajes y manteles de encaje, cojines mullidos, todo como en los mejores restaurantes de cualquier capital europea. Poder disfritar de maravillosos paisajes, ríos, bosques frondosos, valles, montañas altas y verdes, todo como si pudiésemos rozarlo con nuestras manos.
Ana Pérez Urquiza ©
Abril 2009
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