viernes, 26 de marzo de 2010

VIVENCIA





PRÓLOGO: De país tercermundista ...

Han pasado casi treinta años desde aquel nefasto ingreso en la clínica San Ignacio de Bilbao. El médico de cabecera telefoneó al cirujano D. Ramón San Sebastián. Sin perder tiempo nos presentamos en el centro sanitario. Casi nos arrancaron a nuestra hija Sarah de las manos. Era viernes, y entonces, como ahora, al llegar la una del mediodía, los trabajadores ya tenían la mente fuera del trabajo: así ocurrió con nuestro cirujano y la caza.

Hacia las dos nos trajeron a nuestra hija Sarah a la habitación, operada de apendicitis y envuelta en un baño de éter que a mí me dejó inconsciente. Las enfermeras nos aconsejaron que le diéramos poco agua administrándosela, (en caso necesario,) con una cucharilla. La niña se moría de sed: “Ama, por favor, dame agua". Y yo le acercaba el vaso a la boca. ¡Cómo ha avanzado la medicina hoy en día!; según ingresas en el hospital, y antes de darte los "buenos días", te colocan la bolsa de suero.

Por la madrugada, mi hija empezó a vomitar bilis y para mi desazón vi que su lengua era verdosa y larga; y las ojeras negras. La apendicitis había provocado una peritonitis. Intentaron cortar los vómitos, pero hacia las seis empeoró: expulsaba chorros de líquido verdoso que iban manchando sábanas, toallas... Se me ocurrió coger a mi hijita y huir de aquella antesala de la muerte. Pero ¡no!, no me permitirían. Llamé a mi tía Maritxu para que avisara a su hijo Esteban, médico en el hospital de Basurto. Se presentó diligentemente y ante aquel cuadro sobrecogedor pidió la presencia de dos pedíatras de su hospital. Hablaron con la inepta y basta pedíatra y con la dirección de la clínica. Sarah fue trasladada al hospital de Basurto, a la UCI, (hoy en día UVI), del pabellón Gandarias. Cuando mi primo Esteban llegó a su casa nos informó de que Sarah estaba fuera de peligro.

¡ESTABA HIDRATADA!

...A besos y abrazos enternecedores

Las persianas del ventanal de la UCI se levantaban a las cuatro de la tarde. Sarah se acercaba al cristal y situaba sus manitas de 4 años sobre él. Mi marido colocaba la mano izquierda sobre la derecha de la niña y yo posaba mi derecha sobre su manita izquierda; después acercaba los labios a la ventana y nosotros la imitábamos. Nuestro aliento daba calor a aquel objeto frío y carcelero. A las cuatro y media entraba Esteban la aupaba sobre su pecho y se cerraba el escaparate.

El lunes tuvimos la primera oportunidad de hablar con el cirujano:nos pidió disculpas por su falta de ética profesional y solicitó nuestro permiso para que fuera él quien volviera a intervenir a nuestra hija. Esta vez había que limpiar la obstrucción del Ïleon. El médico nos llamó después de la operación. Todo había ido bien, pero Sarah debía seguir en la UCI para evitar infecciones y con el objetivo de que el Aparato Digestivo volviera a funcionar con normalidad.

Por la mañana, hacia las siete, yo llamaba a la enfermera del turno de la noche:

Ring, Ring.

-Buenos días. Soy la madre de Sara.

-No hay variaciones: Sarah no ha defecado.

Por la tarde viajábamos a Bilbaoy repetíamos el ritual de las manos y los besos vaporosos. Puntualmente, aparecía Esteban o Florita, esta última familiar y miembro de la Cruz Roja y la alejaban del cristal manoseado.

El regreso a Markina era angustioso:¿Qué me respondería la ATS?

Ring, ring.
-Buenos días, soy la madre de Sarah...

-Lo siento, pero no ha evacuado todavía, aunque la niña está bien.

Los besos se hacían casi palpables, pero el adiós nos dejaba el corazón herido y sangrante.

Ring, ring.

-Buenos días. Soy...

-Sí. Sarah ya ha hecho caca. Pueden venir a por ella.

¡Qué bonito me sonó entonces la palabra ¨caca¨

Incluso tuvimos suerte al aparcar el coche. Nos sentamos en el banco del pasillo. Les pasamos la ropa que habíamos traído, (todo lo que había usado allí había que echarlo). Tardaron en cambiarla, pero, por fin, apareció con su preciosa sonrisa. La abracé sin hacerla daño. Nos abrazó Malcolm.

-¡Oh Mummy, oh Daddy, os quiero tanto!. Vámonos al coche, llevadme a casa. Sin lugar a dudas.!

¡Aquel abrazo tan deseado ha sido el momento más feliz de mi vida!.

A ti oyente. A ti lector: Sé que no recuperaste a tu ser querido y quizá mi vivencia positiva te produzca cierta irritación. Perdóname. Desde hoy, quiero que seas tú quien disfrute de aquel maravilloso abrazo, Yo me quedaré con sus manitas y los besos sobre el panel acristalado.

Isabel Bascaran ©
San Vicente de la Barquera,
23-Marzo 2010.

No hay comentarios: