sábado, 24 de enero de 2015

RESACA, MAREA...





 Hoy he tragado más licor
del que me pertenecía…
Y, ahora, noto la vida entera
a mis espaldas,
y arrastro mi camino
con las manos a rebosar
de arrepentimientos,
de porqués
y algunos desencantos…

Me pesan los que ya partieron,
y el amor no coincidente
que desgarró mi corazón
en mortales alaridos…
Y cargo también con los errores,
incluso,
los que ignoro,
o los que ni siquiera cometí…

Mis lágrimas añaden arrepentimiento
y, en su gotear,
embarran aún más este camino,
y más me hunden,
y más me atormentan,
y más me escalofrían,
y más me sumen en el laberinto delirante
del desencanto en presente…

Yo deliro…,

tú deliras…,

él delira…
En el infinitivo del verbo…, “AMOR”…

Y me hace prometer
que dejaré esta bebida,
que vale la “pena” ser abstemio… 

Lo positivo perece agónico,
y nada merece la alegría…
¡Nada!

Y sin ese contrapeso
me agacho aún más
en el camino,
y, también, con él a cuestas…
El resultado de una cefalea insoportable
en un desvarío de sumandos…

Y se suma mi dedo anular
congestionado y ardiente
que parece lastrar, aún más,
este día aciago…

Sí. Ese.
El dedo del anillo
de compromiso…

“La vida es un licor
que todos hemos de beber,
en su justa medida,
y nadie logra ser abstemio…
A no ser que muera.”

Ángeles Sánchez Gandarillas ©
24-XI-2014
         

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