miércoles, 2 de marzo de 2016

EL ENCUENTRO




                  ELLA                   
           Era mayor, ¡era muy mayor!, sentada en un banco nadie la acompañaba pero no estaba sola, lucía su pelo blanco lleno de horquillas de colores, brillaban con la luz del último sol de la tarde, el aire olía a salitre y los barcos tardíos enfilaban suavemente la bocana de la bahía.

           Yo había tenido exámenes, un mal día, era muy joven y no llevaba horquillas, ni desprendía luz, y desde luego ese día me sentía sola.

           La mujer llevaba una toquilla color malva, muy usada y desgastada por el tiempo, una blusa negra y una falda gris, medias gordas y zapatillas viejas y cómodas, ¡seguro!, porque sonreía; a su lado una gran cesta de mimbre corría peligro de caerse del banco, sus manos dobladas apenas podían sostenerla, ¡pero sonreía!

           Ella había tenido una buena vida, (pensaba), no la que quiso pero sí con quién quiso, también recordaba el abandono y más tarde las calles sórdidas y sus largas noches, las pocas perras que traía a casa... ¡pero mañana... tal vez...!

            Yo me paré a su lado y me miró con unos ojos azules, limpios y profundos, que bien podrían ser los de Dios, me invitó a sentarme con ella, junto a la cesta de mimbre y me dijo:

         -  ¿Tú podrías ayudarme?

         -   Claro que puedo! ¿qué necesita?

         -  Podrías por favor enhebrarme todas estas agujas? –dijo, mostrándome a la vez unas largas hebras de hilos de colores, como sus horquillas, tan largas que se anudaban entre ellas.

         -  ¡Por supuesto!, pero ¿para qué necesita tanto hilo? se le van a hacer nudos.

         -  ¿Me las enhebras por favor? yo ya no veo, yo coso mucho ¿sabes?, tú eres muy joven y seguro que no sabes, pero es muy importante coser bien, soy vieja y no sé si mañana lloverá o si ya no podré salir más de casa, ya casi no me sostienen las piernas, pero mira ¡coso cosas muy bonitas!

         Y como una niña pequeña me mostró orgullosa su cesta, repleta de retalines de colores, como sus horquillas.  

         Era bella, ¡era muy bella!, y era mayor, ¡era muy mayor…!

     Cuando marché ya anochecía.... Y yo, ¡yo también sonreía...!


 Remedios LLano Pinna ©

 COMILLAS.

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