viernes, 13 de marzo de 2009

AQUELLAS TARDES DE NIÑO



Aquellas tardes de niño,
con sus blancas marejadas,
con cariño, las recuerdo,
otras tardes ya lejanas.

Fueron tardes que quedaron
en mi vida, tan marcadas,
que las siento fuertemente,
ahora mismo en la distancia.

Yo era niño, casi un crío,
con mi ropa remendada,
que jugaba con amigos,
a soldados con espadas.

Y entre juegos y aventuras
al colegio yo llegaba,
a estudiar en los catones
y escribir en las pizarras.

Peleaba con las letrás
aprendiendo la gramática
y también con esos números
de las duras matemáticas.

Y la dulce geografía
y la historia tan sagrada
fueron parte de mi vida,
en el mundo de la infancia.

Y entre estudios y recreos
yo jugaba por las plazas,
a los moros y cristianos
a los corros y a las chapas.

Y crecí con esos sueños
que surgían de la nada
entre nubes de algodones
entre cumbres plateadas.

Aquel niño delgaducho
que sus piernas enseñaba,
fue creciendo poco a poco
y estirándose su espalda.

Y pasó de los mecanos
al Quijote de La Mancha,
a buscar cual caballero
la princesa tan soñada.

Se estrelló con los molinos,
con sus sueños y su lanza,
confundiendo entre las sombras
a gigantes con sus barbas.

Fueron tiempos muy bonitos
fueron tardes de nostalgia
que dejaron sus recuerdos
muy grabados en mi alma.

Ahora vuelve aquel pasado
cuando acaba esta jornada,
cuando siento que esos años
sus recuerdos me reclaman.

Me reclaman sin pedirlo,
los castillos de la playa,
los cometas voladores,
las canicas de la plaza.

Me reclaman tantos besos
que busqué en la madrugada
y las nanas y canciones
que mi madre me cantaba.

Somos niños sin saberlo,
a pesar de nuestras canas,
a pesar de los amigos
que ahora mismo ya nos faltan.

Somos niños de mayores,
pues tenemos nuestra infancia,
allá arriba, en las estrellas,
donde fuimos a dejarla.

Me resisto a no ser niño,
a perder la blusa blanca,
que llevaba esa inocencia,
y también mi risa franca.

Me resisto y tú lo sabes,
¡oh, mi Dios! al que rezaba,
con los labios temblorosos
cuando suena esa campana.

Cuando suena y cuando dice
que mi vela ya se apaga,
que el invierno ha terminado
y comienzan nuevas marzas.

Yo por eso las recuerdo
a las tardes tan lejanas
con los años de mi vida
que marcaron esa estampa.

Aquellas tardes de niño,
sí las tengo, muy grabadas,
y en mi pecho, van conmigo,
en su cajita de nácar.

Rafael Sánchez Ortega ©
12/03/09

3 comentarios:

Anonymous dijo...

Hola Rafael,

es hermoso disfrutar de tu poesía, con esos versos que evocan una linda etapa de tu vida, que bellos recuerdos que anidas en tu alma..

Hermoso Amigo.

con cariño.

V.

Anonymous dijo...

Foncho, sin comentarios.
De hacerlos,nos repetiríamos.

flor dijo...

Foncho,gracias,muchas gracias,por haber hecho realidad un sueño,disfrutar de lo que nos gusta ,y ademas hacer que cada quince dias nos olvidemos de los problemas,y seamos un poco mas felices durante estos encuentros tan gratos.
A veces es dificil
con palabras explicar
las cosas que uno siente
y no sabe como contar

Tú nos estas ayudando
a expresar los sentimientos
por eso con cuatro frases
todo mi agradecimiento