lunes, 9 de marzo de 2009

SOBRE LA LECTURA

Yo no sé si la lectura es algo que se puede definir con unas letras. Supongo que si todo se describe, si tenemos esa gran facilidad de contar y de narrar a través de la escritura este hecho sí es posible.

Sin embargo ¿qué leemos?, ¿qué buscamos en las letras de ese libro?, ¿la novela de aventuras?, ¿el romance que nos vuelva a aquellos años de nuestra juventud?, ¿la pasión mal contenido y esos sueños de erotismo que a todos, en algún momento nos han pasado por la mente?...

Es posible que busquemos todo eso que he citado brevemente y quizás ese misterio de las mismas páginas cerradas, con sus letras esperando, con sus frases elocuentes, con la risa contenida del autor que allí dejó su huella.

Hay lecturas que hacemos cada día y las mismas no las vemos en las páginas impresas. Por ejemplo esa lectura de los ojos tan queridos, la que hacemos en la calle al pisar en sus baldosas, esas flores del balcón que allí se asoman con la ropa que se seca en los tendales. Esas caras que saludan, que nos miran y sonríen, que nos dicen tantas cosas y que luego, en un instante, son pasado.

Hay lecturas de los días que transcurren, de la aurora que comienza dando paso al nuevo día, del ocaso que despide con sus rayos tan dorados, de ese mar embravecido con sus cantos de sirena que soñamos y el olor inconfundible del salitre.

Y hay lecturas de las gentes que me escuchan, de las caras que me observan, de sus rostros pensativos y que guardan tantas cosas. Yo les leo estas letras en la tarde y ellos mismos van leyendo, estas frases que pronuncio y que salen de mis labios. Pero leen en el espejo de mi alma, porque escribo para ellos, como escribo para ti, cuaderno amigo.

Porque tú, querido amigo, eres mi mejor lector y en ti me fijo. ¡El cuaderno de mi alma!, ¡el diario tan preciado de mi vida!, ¡el que sabe mis secretos, mis momentos de pasión y de locura, esas hojas que yo escondo y no quiero que se sepan!

Y así he cumplido, sin saberlo, esa doble misión la de escribir para un lector imaginario, pero que a la vez es un lector real, que vive y piensa, que transmite lo que siente sin palabras, al que escucho sus latidos en los míos, al que leo, en el espejo de sus ojos, lo que dejan mis palabras y mis letras, el que dice si estoy sano ó estoy enfermo, el que dice si yo amo y si me aman, el que siente cuando siento, el que llora cuando lloro, el que ríe con mi risa, el que duerme con mis sueños.

Por eso yo te escribo, esta tarde, unas letras para ti, para que leas en mi alma, para que veas lo que siento, para que simplemente recibas estas letras y las leas y las sientas con el mensaje subyacente que las dejo.

Rafael Sánchez Ortega ©
02/03/09

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Rafael...


Alabo la labor que haces, ennoblece tu alma, y dice mucho de tu persona, al dirigir este Taller, entregándoles las herramientas necesarias, para que ellos logren plasmar con la tinta de su pluma, los sentimientos que brotan desde sus almas.

Felicidades amigo, desde la distancia.
Abrazos

Anonymous dijo...

Esta prosa sigue siendo pura poesía.
Foncho, tu no escribes poesía, simplemente eres poeta.
¿Serías capáz de escribir cuatro líneas sin belleza?
Seguro que te sería imposible.
POR FAVOR, SIGUE ESCRIBIENDO.