martes, 14 de abril de 2009

MI EXPERIENCIA CON LOS TRENES



Las cuatro de la tarde de un domingo de últimos de septiembre. Miles de gusanos corriendo por mi estómago. No hay nadie por aquí. ¿Ya habrá pasado?. Leo todos los anuncios que hay pegados por las puertas y ventanas de la estación.

"Los domingos y días festivos los billetes se darán en el tren."

"Santander - Oviedo llegada a las 16,20"

Bueno, me digo, relájate que todavía no ha pasado.

¿Parará sólo con verme o tendré que hacerle alguna señal al conductor?. Siguen los gusanos sin parar por mi estómago. ¿Sabré abrir la puerta del vagón?. ¿Y si se atasca y no puedo abrirla?... Se aceleran los gusanos.

Ya se oye un pitido... Se está acercando... traca-traca, traca-traca, traca-traca... ¡¡Aquí está!!

Se detiene sólo, sin hacerle ninguna señal al conductor. La puerta se abre a la primera. ¡¡¡UUUFFFF!!!, bueno, no ha sido tan complicado.

El tren es de los antiguos, todo de madera, incluso los asientos. Madera muy desgastada por los años y el uso. Algunas ventanas no encajan bien y hay un poco de corriente. Cuando se pare en la próxima estación me cambiaré de sitio, no vaya a ser que con tanto movimiento me vaya a caer y ¡vaya vergüenza!

No hay mucha gente en este vagón, casi está vacio, sólo una pareja al fondo del compartimento y yo. El siguiente vagón va más lleno y se oye cantar. ¡VayaA, parece que el ambiente animado está en el tercer vagón. Un grupo de mozas van riendo y cantando. Se acerca el revisor, escribe algo en una papeleta y me la da. Son 15 pesetas.

Faltan cuatro paradas para llegar a mi destino. Voy pendiente de la ventanilla no vaya a ser que me pase de estación sin darme cuenta.

Saldré por la misma puerta por la que entré, al menos ya sé que esa abre bien. El traqueteo aumenta en algunas zonas hasta el punto que es necesario sujetarse a algo para que no te mueva del asiento. Ahora parece que se va a parar... ¡qué raro!, no se vé ninguna estación por aquí. ¡No, no se para!, hemos llegado a una pendiente pronunciada y a la locomotora le cuesta subir.

Cuarta parada. ¡¡¡Llegamos!!!, todo bien. Los gusanos han desaparecido de mi estómago. No ha sido tan complicado viajar en tren "sola, por primera vez"

A partir de ese día recorrí muchísimos kilómetros en tren. Trenes de madera, Talgos, Coches-cama, Metro, AVE. En ellos pasé muchas horas de lectura, de ver películas, de conversaciones. Conocí muchas personas en los trenes. Con algunas, incluso, llegué a crear cierta amistad. Viajar en tren era una terapia. Nos contábamos nuestras vidas sin ningún pudor. No importaba, no nos conocíamos y lo más probable era que no nos volviésemos a ver.

Echo de menos esos viajes en el tren nocturno de Santander-Madrid. Todavía me sigo preguntando ¿por qué sacaba billete de coche-cama si me pasaba todo el viaje por los pasillos?

Tengo muchos recuerdos y muchas historias vividas en los trenes, pero me los voy a quedar para mejor ocasión.

Laura González Sánchez ©
Abril 2009

3 comentarios:

Anonymous dijo...

Con tanto viaje y no aprendiste que quien para y arranca el tren no se llama conductor, pues al tren no le conduce nadie, le llevan las vias.Se llama maquinista.
Si, ya se LAURA, estarás diciendo: Ya está aquí el... brón de Jesús sacandole punta a todos los lápices. Que si mujer, que está muy bonito como describes tu primer viaje sola en tren. Un abrazo

Laura dijo...

Vaya por Dios. Tienes que situarte: "...taitantos" años atrás, saliendo por primera vez sola de esi pueblín por el que tu tantas veces pasaste, "acongojá" como iba ¿tu crees que estaba para plantearme como se llamaba el señorín que manejaba el tren?

Flor dijo...

Laura sigues con nosotros en la distancia,pero a pesar de que me sigues sorprendiendo con tus relatos,se echa en falta tu presencia.
Y el puñetero de Jesús dandote caña,yo creo que es para picarte y que vuelvas,pues en el fondo el tambien te echa de menos.