domingo, 24 de mayo de 2009

EL SOL


Ayer nos tocó clase y empezamos a hablar del tiempo tan puñetero que estamos teniendo, con nieblas, que casi no nos dejan ver el sol.

-Es que no sabes ya cómo es, si cuadrado, ovalado ó redondo, - dije yo.

-Ya está, -dijo el profesor-, próximo tema sobre el sol.

Estamos perdidos en el Cosmos, en un planeta al que hemos puesto por nombre La Tierra. Es uno de los más pequeños de nuestra Galaxia y dependemos de una estrella que llamamos sol.

Astro rey para nosotros. Sin él no existiríamos y sería imposible la vida, como la conocemos, aunque haya sido a través de millones de años. En los libros todos hemos estudiado algo o leído cosas sobre el sol, de los millones de grados que tiene por sus fusiones térmicas en su núcleo, de las protuberancias y de sus manchas.

El sol ha sido el dios para muchas tribus y civilizaciones, con el miedo que pasaban cuando veían un eclipse total. El sol, también es alarmante si abusamos de él. Temible en muchas zonas del mundo donde dá con fuerza y sin piedad provocando grandes sequías y hambrunas, pero es el que hace de una semilla minúscula, un árbol gigantesco y también, gracias a él, podemos tener toda suerte de alimentos, frutos tan variados, verduras de tantas clases, cereales y legumbres, junto con el agua. Sol y agua, agua y sol.

Nuestro estado de ánimo varía mucho cuando nos falta y la lluvia lo cubre todo y lo sigue bañando, entonces estamos más tristes y melancólicos. Cuando sale, y hoy ha salido por fin, su luz cegadora llega a todos los rincones de la casa, es como si te pusieran una pila y no pararas de funcionar. ¡Limpieza de la buena!. Abres todas las ventanas y que se impregne la casa de alegría y calor. Sales a la calle y la sonrisa es más facilona. Te entran ganas de pasear, de salir de excursión y de deleitarte con su puesta, que a veces es fascinante.

En estos momentos, recuerdo una de ellas, en una casa de los primos en el campo. Para verlo mejor tuvimos que trepar como las cabras hasta la parte alta de la finca, en un rincón precioso, con unas piedras enormes, desde donde se contemplaba el valle y las montañas al fondo. Allí nos quedamos sin hablar, sólo disfrutando del espectáculo grandioso que la naturaleza nos ofrecía, con sus cambios de color y luz, hasta que todo quedó poco a poco en la penumbra.

También las he visto preciosas cuando se esconde detrás del mar, en ese horizonte misterioso, con sus resplandores tiñendo las nubes alargadas, como hechas jirones y con luces rosadas, anaranjadas, rojizas y con el mar quieto como un espejo reflejándolo todo.

En verano, cuando calienta demasiado, nos vuelve perezosos. Es el momento de buscar su tupida sombra debajo de un árbol. Entonces coges un libro y empiezas a leer, pero de pronto se te caerá de las manos y te quedarás frito, hasta sentir el mordisco de una hormiga que te sacará de tan placentera siesta.

María Eulalia Delgado González ©
Mayo 2009

1 comentario:

flor dijo...

Hola Lali,aunque ayer no pudiste acudir a nuestra cita literaria,(se te echo en falta),pero gozamos con tu relato,que leido por nuestro profe sono a palabras celestiales,un besito.