sábado, 19 de diciembre de 2009

OTRA METAMORFOSIS

No se asemeja a la metamorfosis de una larva que de algo insignificante irrumpe una bella mariposa. Tampoco se parece a la metamorfosis de Gregor Samsa, (de Kafka), el hombre que se convierte en un inecto aparentemente vomitivo. No, la metamorfosis de Marina ha sido más larga, interior e insufrible. Todos y todas la hemos ayudado a su perar su inseguridad mercantil, pero todos y todas hemos arrojado la toalla y la hemos dejado sola.

3.ª Fase: La compradora quasi-modélica.

Hoy en día, Marina, no para de marear con sus exigencias a la encargada de la tienda "Arrieta" de Eibar. Alicia, cada domingo de temporada, reserva las modernas y a la vez discretas prendas, para cuando llegue su fiel, pero insufrible clienta. Marina expondrá alguna queja; no obstante en menos de una hora saldrá sonriente con su compra, pues Alicia, incluso ha reducido el precio de la chaqueta.

En J.J. la única zapatería "chick" de Marleina, Marina entra sólo en las rebajas porque sabe que lucirá unos cómodos y precisos botines de la más alta calidad, con un descuento del 60%. Begoña la saluda con mucho cariño, la lleva a un sillón rodeado de cajas: botines negros, marrones; zapatos grises; botas de caballero; zapatillas Reeboock... Begoña la despide con un "hasta mañana", y Marina cargada con cuatro ó cinco bolsas se encamina al coche. Al mediodía, su marido elige unas botas negras. El Hijo se prueba varios estilos de zapatillas y se queda con "las reebook". Marina se reserva unos botines negros y también unos zapatos grises, y sin esperar a mañana, después de echar una cabezadita, Marina se entrega al calzado descartado y abona, calladita, el importe. Begoña le da dos besos mientras Marina piensa: "-qué vendedora más galanera eres, Begoña".

2.ª Fase: La compradora despiadada.

En un pasado bastante reciente, su cuñada, Miren, se ofrecía no sólo a conducir, sino también a ir de comrpas con ella y si en Eibar no daban con la ropa ideal, Miren, la llevaba hasta Bilbao. Pero con el tiempo se dió cuenta que aquellas salidas, intentando dar con la prenda que Marina tenía en la mente, la aturdían, le avinagraban nel carácter, la enfermaban... por lo que dejó de lado su labor samaritana.

1.ª Fase: Compradora Letal.

Y si retrocedemos tres décadas, me veo sentada en el REnault 12, con mi marido al volante y Marina en el asiento trasero. Nos sentimos felices, (por lo menos yo pues me encanta ir de compras). Aparcamos en La Ribera y nos dirigimos con paso seguro a la "Boutique Alonso", en el Casco Viejo de Bilbao. En la tienda ya conocen a Marina. La muestran todos los abrigos que han recibido:

-Prueba abrigo, quita abrigo.

-Pon abrigo, desdeña abrigo.

-Intenta abrigo, desprecia abrigo.

Llega el abrigo verde botella, de cuero:

-Abotona abrigo, acarcicia abrigo. Se mira en el espejo. Se da unas vueltas. Perfecto. Marina queda estupefacta. Entrega el abrigo a la encargada y sin mediar palabra deja la tienda. Yo pido mil excusas y salgo con mi marido.

-¡No Isabel, no sigas!. Jamás compraré un abrigo tan caro. ¡Jamás!

Y comienza nuestro calvario. Las entradas y salidas a otras tiendas se suceden con tanta rapidez que mi marido se queda fuera. Se siente mareado.

Por fin nos sentamos a comer en el reservado del restaurante "The River". Marina tiene la cara desencajada: otra de sus migrañas. El camarero le trae dos aspirinas. Las toma. Con el tenedor va pinchando la merluza al horno. Apenas la come. Mi marido y yo la miramos serios. Marina se reclina y se duerme. Hablamos de nuestros hijos y mi marido me dice al oído: "-Jamás volveré de compras con ella". Marina se despierta aliviada. Toma un cortado y poco a poco retoma las riendas, que no el juicio. Inspeccionamos todos los establecimientos conocidos, luego los desconocidos. ¡Todo el Casco Viejo!, ¡Nada!.

A las 7:30 le digo:

-¿Y si volvemos a Alonso?

-Pero... ¿No has visto el precio? ¡Ni que fuera Rochil!, -argumenta.

Algo temerosa, añado:

-Es igual, porque a esta hora ya lo habrán vendido.

-¿Vendido?, ¡eso no puede ser!, ¡Vamos!.

Y Marina echa a correr. Cuando llegamos, la vemos con el abrigo puesto y con una sonrisa triunfante.

Mi marido ha cumplido su palabra. Yo también dejé de salir de compras con ella.

Salvo esta "particularidad", mi hermana, a sus 65 años puede que sea la mujer más trabajadora del mundo. Me atrevería a decir que es tan sacrificada como la Madre Teresa y sobre todo es el engranaje de la familia. Por esto y por todos sus desvelos yo, de vez en cuando, le compro alguna prenda novedosa y apetecible.

Oyente,
Lectora,

¿Sientes alguna afinidad con mi hermana?, Por favor, escríbele algunas letras y como broche, invítale a ir de compras.

Isabel Bascarán ©
17/12/2009

No hay comentarios: