viernes, 29 de enero de 2010

ACTIVIDAD 7

(Escribe un relato breve en el que el protagonista desee descollar por algo, pero que no lo pueda lograr)

Trabajo “obligado” en el Taller de Escritura Para el día 25 de Enero del 2010.

Rafael insistió en este tema porque comprendió que no supimos o no quisimos ver de dónde venía el viento, y se dijo: Pues para quien no quiere caldo, taza y media. Y nos lo endosó de nuevo.

Yo cuando hablo, palabras digo. ¿Sabéis quién es el protagonista de este relato? Pensar un poco, y no esperéis a que Rafael se parta el pecho de risa y tenga que decírnoslo él mientras rueda por el suelo entre torrentes de carcajadas… Pues el protagonista, o mejor dicho, los protagonistas en este caso, somos nosotros. Digo nosotros, y no yo, pensando que vuestros sueños sean parecidos a los que en su época tuve yo. Os cuento, y si estáis de acuerdo, los protagonistas somos todos. Si no lo estáis, el protagonista de esta actividad número siete, únicamente soy yo:

A mí, esta enfermedad de escribir se me reproduce por épocas. Me aparecieron los primeros síntomas siendo muy joven, un niño de diez o doce años, y lo noté porque sin saber por qué (como decía Juanito Valderrama, sin saber quién la cantaba ni de qué rincón salía), un día me puse a escribir cuentos, y llené de letras todos los papeles en blanco que caían en mi mano.

Después curé sin necesidad de tratamiento alguno, vamos, que dejé de escribir, pero se me reprodujo el mal, a los dieciocho años cuando me fui voluntario a la mili.

Nada más salir de casa comencé a escribir un diario, y en Valladolid, durante cuatro días que estuvimos allí esperando la salida para Marruecos, escribía sobre el petate militar que nos dieron. En Tauíma escribí cantidad de cosas sobre los bereberes y sus costumbres, y como cuando escribimos, lo que en el fondo deseamos es que nos lean, mandé cosas al Diario Montañés, y algo me publicaron.

Aprovechando que en la mili el trabajo no era demasiado, y ya que, cuando el diablo no tiene que hacer, mata moscas con el rabo, empecé a escribir una novela. No sé vosotros, pero yo, a los diecinueve años, tenía la imaginación con fiebre y deliraba pensando que hasta podía llegar el día en que la viera escrita con letras de imprenta.

Me licencié, se me pasó el delirio de ser escritor y mejoró mi salud. Pasaron los años y alguna vez sí que me retentaba el mal, pero escribía un par de cosas y se me pasaba.

Saco en consecuencia que a mí esta enfermedad se me reproduce con la vagancia. Porque escribí de niño, que no se trabaja, en la mili, que no se da golpe, y ahora de jubilado, que aunque quiera golpear, ya no tengo fuerzas. Pienso que he llegado a la fase terminal de mi enfermedad. A lo mejor la culpa la tuvo Flor, que fue quien me dijo que se iba a crear en San Vicente un Taller de Escritura, y con tal motivo conocí los poemas de Foncho, que fueron para mí como una nueva colonia de bacilos que acrecentó mi enfermedad, y los relatos del resto de los componentes de nuestro taller, que sirvieron para terminar de hundirme en el “pabellón de infecciosos de la escritura”.

Yo escribo para que me lean, porque si no fuera por eso, ninguna necesidad tendría de escribir, me contaría a mí mismo las historias, y lloraría como un tonto si fueran de pena o reiría como otro tonto si de humor tratasen.

Pero ¿de verdad creéis que nos lee alguno? Lines dice que sí, que nos lee mucha gente. ¡Ay Lines, tienes más moral que el Alcoyano! Pero si yo no hago más que dar la dirección electrónica de nuestro blog a todos los amigos, y ni siquiera por quedar bien encuentro uno que me diga que leyó algo…

¡Y mira que me apetece escribir desde que formamos esta familia de ilusos! Pero cá, que ni de chiripa me encuentro con alguien que diga: “Os leí”. Si no nos leen, ¿cómo vamos a soñar con descollar? Descollar, que es sinónimo de sobresalir. ¡Menuda pretensión! Hombre, todavía vosotros que sois jóvenes y tenéis un taller donde aprender… Pero ¿comprendéis ahora por qué me siento protagonista de este relato?

Jesús González González ©
Enero 2010

5 comentarios:

Anónimo dijo...

aunque no te he comentado en post anteriores,te sigo leyendo,me agrada la manera que enfocas tus letras, como las desgranas, y lo ameno de todas ellas, que uno se queda con una sonrisa, lo cuál se agradece eternamente.

Cariños.

V:

Anónimo dijo...

Gracias Jesús por los ánimos, ya imaginábamos que tenías esa enfermedad, deseamos que te siga molestando lo suficiente para seguir con esa esperanza que dices que tenemos. ¿Dónde has leído que la edad tiene que ver con la ilusión? Por cierto, tenemos nuestros escritos impresos y a la vista de todo el mundo, ¿Se puede pedir más? Ni soñando en mis fiebres de esa “enfermedad” compartida. ¿Habrá vacuna? Lines

Anónimo dijo...

Conste que gracias todo ello a la dirección del taller. Lines

Flor dijo...

Hola Jesús estoy encantada de ser tu primer bacilo y ademas de haberte contagiado y descubrir que esta enfermedad no se nos va a curar nunca,pues ninguno queremos reponernos del virus de la escritura,que sepas que te echamos de menos pero reir tambien nos reimos un rato,besitos.

Anónimo dijo...

Jesús!! Que yo si te leo!!! Que no me he olvidado de ti!!!
Sigue escribiendo siempre. No te cures de tu enfermedad. Eres estupendo, que digo estupendo... un artista!!! Me encanta leerte porque eres sincero, buena gente y sabes trasmitir ternura en tus letras. De cada escrito esbozo una sonrisa.
Si Adelina dice que yo soy su "sobrina"... entonces yo puedo llamarte "tio" Jesús, no?
Un abrazo muy fuerte: Ana
Pta. (os quiero un montón)