martes, 12 de enero de 2010

LA NOCHEBUENA DE TELESFORO

Telesforo era viejo, y como casi todos los viejos, testarudo y cabezón. Los años vividos le hacían suponer que sabía más que nadie, o al menos más que resto de los componentes de su familia, que por algo era el mayor. Esa era para él la palabra justa: mayor, no viejo. Viejos eran los demás, esos que aunque teniendo menos años, tuvieran más achaques, o más lentos los reflejos, o menos sentido del humor, o les faltaran otras posibilidades que a él parecíanle sobrar.

Telesforo permanecía en continua batalla con todos aquellos que por considerarle demasiado mayor no hacían otra cosa más que prohibirle: No corras, que te agitas demasiado. No discutas, que te acaloras. No bebas, que tiene alcohol. No comas, que tiene grasa. No mires a las mujeres, que ya no puedes…

Llegó la Nochebuena y con ella los hijos y toda la recua de nietos. Los críos corrieron hasta el Belén, las mujeres se apresuraron a decorar la mesa, y Telesforo sacó botellas que los hombres abrieron presurosos.

Patés y langostinos sobre el mantel blanco bordado con rojas flores de Pascua atrajeron sin demora a los comensales en torno a la mesa. Telesforo alargó su diestra hacia el plato, y antes de llegar a tocar una barba de los populares crustáceos, se interpusieron la espumadera y la voz de la esposa.

-Quieto hasta bendecir la mesa, que es Nochebuena.

-Si, hoy nació Cristo. Pues reza pronto recristo, que tengo hambre.

Comieron después de las preces. Telesforo peló langostinos con increíble destreza y como aderezo alternó vinagreta con mayonesa. Endivias con anchoas además de nueces con queso blanco, y salsa de soja fueron atrapados por las zarpas de Telesforo quien curándose en salud dijo a todos que un día es un día, y Cristo venía una vez al año. Cuando llegó el lechazo informó a hijos y nietos que con dientes postizos mal se roen huesos, que a él carne tierna y limpia y que de ensalada, nada, que el verde es comida de grillos. Y bebió rioja, y gustó de torrijas y mazapanes , y más tarde turrón y espumosos Cuando no pudo más aseguró que había comido como Dios manda, y que con el permiso de Dios iba a tomar otra copa, y eligió un licor que le hizo chuparse los labios dando chasquidos como si al aire besara.

El alcohol ingerido le nubló ligeramente la vista al tiempo que le hizo cosquillas en el cerebro. Le pesaron los párpados, y las mejillas le ardieron. Intentó decir algo a sus nietos pero se convenció así mismo de que estaba mejor callado, y en tanto la charla de los demás se fue animando, Telesforo eligió la cama.

Se quedó dormido nada más acostarse. Roncó, sopló y resopló y se movió inquieto con cien vueltas en la cama. Soñó que se le convertía el cerebro en una cafetera a pleno hervir, y los sordos y profundos ruidos de un volcán presto a entrar en erupción, revolvieron sin compasión sus tripas. Sintió contraerse los músculos del vientre, y el sueño se transformó De repente se vió de niño frente a su madre pidiéndole: “quiero hacer caca en el baño de Pablito” porque en casa de Pablito tenían el mejor ambientador del mundo, pero no le daba tiempo a llegar al baño de su vecino. Hizo un esfuerzo sobrehumano para contraer todos sus músculos y cerrar a cal y canto la puerta de aquél esfínter que pugnaba por dilatarse como abertura de parturienta, lo que desencadenó un alud de retortijones en el vientre maltrecho. Se despertó asustado y sudoroso. Intentó levantarse con los músculos encogidos dudando si en aquella postura podría llegar al baño. Apretó con fuerza las rodillas, con la mano izquierda oprimió sin compasión una nalga con la otra mientras que con la derecha sujetó el pantalón del pijama por la bragueta, y dando pasos de geisha consiguió llegar a su destino.

Levantó la tapa y se giró con movimiento de chotis. Se dejó caer sentado sin fuerzas y al instante se escuchó algo parecido a la explosión del Machichaco , o las Torres Gemelas por tenerla más reciente. Un suspiro de alivio profundo como una sima sin fondo, y Telesforo se quedó plácidamente dormido como un rey en su trono.

Jesús González González ©
Diciembre 2009

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajajaja. Pero como me he reído!!!