miércoles, 14 de abril de 2010

ANIVERSARIO CON ROSAS

Ha caído la noche, sentada en su sillón cierra el libro, mira hacia la terraza tras los cristales, salpicados de diminutas gotas de agua deslizándose sin prisa, mira la mesa y sillas de madera protegidas de plástico transparente, están salpicadas de pequeñas lagrimitas brillantes, la luna las ilumina en esta noche de estrenada primavera .

Siente como si esa Luna le observase... inevitablemente se aproxima Mayo, mes, en el que se caso con Mario. Sus recuerdos se agolpan en su mente, pasan como una película a cámara acelerada... Universidad, primer contacto visual aparcando sus ciclomotores... Mesones de moda, contacto personal…

Bea vestía pantalón y camiseta naranja, portaba su gran carpeta de dibujo... Mario le preguntó: ¿estás en decoración , verdad? Bea respondió: ¡con este carpetón es evidente ¿no?...

Continúa mirando a la luna y sigue evocando la época de su noviazgo... sonríe... esa palabra no les gustaba a ninguno de los dos. Pasan imágenes de amigos cenas, diversión, ilusiones...

A los cuatro años de conocerse, finalizados sus estudios, se casaron en Mayo. Bea recuerda, como la noche anterior, tras la despedida de solteros, iba a ver su ramo de siete bellas “orquídeas blancas”, ¡no podía dejar de hacerlo!... después tocaba su blanco vestido.

No olvida que prometió no emocionarse en su boda, mas cuando se vio ante el altar junto a Mario y sonó “El Ave María“... se estremeció tras el “si, quiero“, con el estrenado anillo en su joven y temblorosa mano...

La Luna continúa ahí arriba, Bea da un suspiro. A su memoria llega el primer Aniversario, Mario llegó a casa con una única rosa roja envuelta en papel de celofán con un bonito lazo junto con una tarjetita, ella pensó ¿sólo una rosa? y leyó: “Bea, cada año que pase junto a ti, habrá otra rosa roja, te quiero niña de naranja”. Mario.

Ese ramo llegó a veintiocho maravillosas, bonitas, frescas y olorosas rosas rojas, envueltas en papel de celofán, con un bonito lazo y con veintiocho tarjetitas diciendo...”Bea...y terminando, te quiero niña de naranja“. Mario.

Continúa mirando a la luna, que esa noche ha sido su silenciosa confidente, sonríe de nuevo, al ver como ella, tras esconderse en una nube, aparece de nuevo radiante mientras percibe que le envía un afectuoso guiño.

Cierra las cortinas y piensa...”he sido muy afortunada por haber tenido veintiocho rosas rojas”

Ana Pérez Urquiza ©
Abril 2010

No hay comentarios: