sábado, 8 de mayo de 2010

TARDE DE DOMINGO


Elena tenía que comprender que no era fácil escuchar su relato sin que algunas sonrisas, e incluso carcajadas, surgieran del grupo de personas reunidas a su alrededor.

Todos la conocíamos y sabíamos de su predisposición, ya desde pequeña, para encontrarse de bruces con las situaciones más estrambóticas que alguien pudiera imaginarse.

En aquella tarde de domingo invernal, sin saber qué hacer, a todos nos pareció muy buena la idea de relatar situaciones vividas que nos pareciesen curiosas, simpáticas, entrañables…. En fin, una manera como otra cualquiera de pasar la tarde en buena compañía con un chocolate bien calentito entre las manos.

Nuestra amiga titubeó un poco antes de empezar a contar su historia, cosa que nos extrañó pues no era una persona sospechosa de padecer el mal de la timidez, ni tan siquiera le habíamos notado nunca un mínimo atisbo de vergüenza. De ahí que ese pequeño sí pero no que demostraba, no hacía otra cosa que acrecentar nuestra curiosidad por su historia.

La presión que todos ejercimos para que comenzase de una vez fue tal que suspiró hondo, cerró los ojos por unos instantes y dio comienzo a su relato provocando algunos aplausos de los allí reunidos.

Hoy voy a contaros la importancia que puede llegar a tener la pérdida de esa PRENDA ÍNTIMA que las chicas usamos cada vez más pequeña y, por consiguiente, cada vez más difícil de localizar cuando te encuentras en un momento de DESESPERACIÓN ante una HUIDA que ha de producirse de forma rápida e inesperada, encontrándote en el momento de mayor FRAGOR amoroso, en un lugar que no era el más indicado para esos menesteres.

Viendo como marchaba la relación con aquel chico que os comenté hace un tiempo, las EXPECTATIVAS de que aquello llegase a fin de mes eran muy pocas por lo que decidí que no tenía TIEMPO que perder; de manera que al ir dándome cuenta de que mi “príncipe azul” NO LLEGABA y los años iban pasando muy deprisa para mi gusto, comencé a notar POR DENTRO, con gran SORPRESA, que desde aquel momento yo decidiría mi DESTINO.

Tenía la CORAZONADA de que con decisión y un poco de confianza en mí misma mis ILUSIONES se harían realidad, igual que todos esos AMORES que yo veía como simples QUIMERAS.

Pero antes de que ese “momentazo” llegase, por si acaso se alargaba en el tiempo más de lo deseable, llegué a la conclusión de que a esas partes de mi cuerpo, tan IDEALES, que la naturaleza me había otorgado, tenía que sacarles todo el provecho posible.

Para empezar bien habría de dejar atrás la RUTINA de trabajo-casa, casa-trabajo.
NUNCA, hasta ese día, QUISE saltarme los CREDOS que me fueron inculcados desde pequeña por mi familia. Por eso el tema LÚDICO lo tenía un poco abandonado en el baúl de los recuerdos.

Aquel día ULTIMANDO los pequeños detalles de mi maquillaje y peinado me tracé unos OBJETIVOS a cumplir antes de volver a casa aquella noche.

El chico al recogerme me notó con una ACTITUD muy diferente a como me había dejado la tarde anterior, hasta el punto que decidimos saltarnos el capítulo restaurante e ir directamente a la sección cama.

Fue tal el DESENFRENO con el que disfrutábamos que nos olvidamos por completo de que aquella habitación tenía otros dueños… y en aquel momento estaban entrando por la puerta.

Laura González ©
Abril 2010

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