viernes, 25 de febrero de 2011

LA CASA ENCANTADA

Desde que era una niña había escuchado la leyenda de aquella casa, decían que en su interior se hallaba un fantasma, incluso alguna vez le parecía haberlo visto tras las ventanas. Aquellas historias siempre la impresionaban cada vez que las oía contar, y procuraba no acercarse mucho a ella por si acaso.

Creció entre las leyendas que las gentes del lugar relataban, unos decían que la casa estaba habitada por el fantasma de una señora que le gustaba atemorizar a los niños y por las noches salía al jardín y hacia conjuros y maleficios para asustarlos; otros la describían como una vieja fea y arrugada, con los ropajes harapientos y una gran nariz, incluso algunos se atrevían a decir que allí vivía una bruja malvada, y que en algunas ocasiones se había paseado en las noches de luna llena sobre una escoba.

Su infancia transcurrió entre aquellos comentarios que en el pueblo contaban y que algunos años más tarde quedaron en el olvido al trasladarse a estudiar lejos de allí. Cuando regresaba de vacaciones seguía escuchando aquellas historias, que ahora en su madurez le hacían mucha gracia, pero al mismo tiempo, le dejaban la duda de qué podía encerrar aquella casa.

En uno de sus retornos vacacionales, se llevó una gran sorpresa. La casa encantada había sido remodelada totalmente. La contaron que había sido adquirida para convertirla en museo, y que toda la gente del pueblo se había quedado asombrada al contemplar lo que allí adentro se había encontrado. Todas las leyendas y cuentos que había escuchado durante años no tenían nada que ver con lo que se encerraba dentro de aquellos muros. Se apresuro a visitarla y lo que allí pudo contemplar la dejó sin palabras. Había miles de juguetes construidos en madera con todos los detalles de muchos cuentos que leyó en su niñez, y que lucían como si el paso del tiempo no les hubiera afectado. En cada planta se agolpaban, colocados en orden, y con reseñas del cuento que reflejaban.

La recorrió despacio, ensimismada, y al llegar al final leyó una leyenda que ponía, "en esta casa vivió la señora María que enloqueció al perder a sus hijos en temprana edad y dedicó toda su vida a construir una casa de juguetes con la esperanza y la ilusión, que otros niños de este pueblo, disfrutaran algún día con la belleza de esta casa encantada".

Sintió un escalofrió, y al mismo tiempo mucha ternura, al descubrir que lo que había oído contar tantos años no era cierto, y que a veces los cuentos y leyendas que se escuchan nada tienen que ver con la realidad.

Todos los años cuando vuelve de vacaciones visita la casa encantada y por unos instantes le parece ver a la señora María cantándole una nana a sus niños en la cuna.

Flor Martínez Salces ©
Febrero-2011

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