sábado, 21 de mayo de 2011

EL “IDEAL CINEMA“


Ese cine tenía algo especial, era el más pequeño de los cuatro que existían en la localidad. Allí estaban el cine Barría, justo enfrente del portal donde vivía Elvira; el Gran Cinema, en la calle Mayor, el Arenal algo más alejado y el entrañable Ideal Cinema, el cine pequeño, así lo conocía todo el mundo.

Era un único edificio de dos plantas, la entrada, un gran arco, tres escalones de mármol blanco y a la derecha una pequeña ventana de medio punto, donde estaba, la simpática Estrella, la taquillera, con su gran sonrisa.

La fachada recargada con altos y bajos relieves grisáceos, con motivos de hojas, flores y filigranas. En la segunda y última planta pequeñas ventanas juntas de arco de medio punto; a ese piso le llamaban el gallinero.

Al entrar en la sala olía a menta que el acomodador, un señor que además de romper un trocito de la entrada de papel durante la hora y media que duraba la película, se pasaba el tiempo con una linterna y pulverizando la sala con un tubo largo, unido a una lata, haciendo presión, atufándolo todo a mentol y que en ocasiones hacía toser.

Pero volvamos a la entrada, a ambos lados, antes de subir los escalones, había dos vitrinas que eran las carteleras, en ellas se mostraban fotos de la película del día y de la próxima semana con rótulos que decían, ”tolerada o no tolerada para todos los públicos”.

La primera vez que Elvira recuerda, acudir al cine pequeño, son las ventanas de la fachada, le parecen ojos que la estén mirando, la entrada una gran boca que la invita a pasar a algo excitante, maravilloso... a sus cortos años de la mano de su tía.

Una tarde, antes de entrar, compraron caramelos que vendía una anciana señora sentada tras una mesita repleta de golosinas y frutos secos. Entraron en la pequeña sala, pisando la alfombra, con dibujos granates y dorados, las butacas, también granates, el aforo era pequeño.

- Es aquí, la siete y la ocho,

Elvira se sentó junto a su tía Sol. Se apagan las luces y comienza la magia, en la pantalla en grandes letras la palabra "NODO" en blanco y negro, esto a Elvira le aburría enormemente, no entendía nada de nada; ¿niños de la Operación Plus Ultra, Vietnam bombardeado... premios a familias numerosas... Kennedy? Elvira, solo esperaba el momento en que comenzara la película.

-Tía , ¿ quien es Kennedy

-Chuuuss, es el presidente de América.

-¿Dónde esta América?

-Lejos.

Al rato...

-Tía , ¿qué es una familia numerosa?

-Cuándo, son muchos hermanos.

-No es justo.

-¿El qué, Elvira?

-Que a mí no me den ese premio, porque no tenga hermanos.

Sol, sonrió, tomó la pequeña mano de su sobrina y la besó. Pero, Elvira, continuaba con sus porqués;

-¿Por qué corren esos niños si ropa?, hay fuego, tía no me gusta.

-Elvira, no todos los niños son felices, hay injusticias, tu, aún, no lo comprendes y ¡calla por favor!

Por fin, la película comenzó;

Mar...Ce...li...no... pan ...y ...vi ... no, qué titulo tan largo para leerlo. Era triste, ¿por qué, si Marcelino, era un niño que tenía hambre y que crecer, le daba pan a Jesús, que era mayor?

-Dame, otro caramelo.

-El último, ¿vale?

Al final de la película, Elvira, no pudo contener sus lágrimas y pequeños hipidos, Sol, la abrazó diciéndole;

-Es solo una película, es como un cuento, no es real.

-Vale, pero... ¿y lo de antes, lo de los niños sin ropa corriendo y llorando, por culpa de ese señor Vietnam?

-Mira, Elvira, nos quedan dos caramelos, uno para cada una, de fresa y de limón, ¿cual quieres?

-El de fresa, mi favorito, pero guárdalo para esa niña que corría llorando y sin ropa tía.

Ana Pérez Urquiza ©

1 comentario:

Anónimo dijo...

Precioso Gala.