sábado, 18 de junio de 2011

TU MIRADA


Desde hace años acude a ese bar todas las tardes y se sienta al final de la barra en una mesa. Desde allí ve salir y entrar a la gente y eso la entretiene, observa el trasiego de los clientes y desconocidos que pasan por allí, algunos son ya conocidos pues coinciden todos los días a la hora del café. A veces charla con ellos de las cosas que suceden, otras escribe y se abstrae en su mundo de palabras intentando plasmar lo cotidiano de la vida.

Pero desde hace unas semanas se siente observada, a las cinco en punto, como si de un ritual se tratara aparece él, se coloca al comienzo de la barra y pide su consumición, pero antes según entra lo primero que hace es mirarla. Sus ojos se detienen en ella, la mira de arriba abajo y sonríe. Ella, como siempre, lo mira por el rabillo del ojo sin darse por aludida, y sigue escribiendo inmersa en sus pensamientos.

Así van pasando las tardes y se ha acostumbrado a su presencia, tal es así que ya espera nerviosa y mira el reloj para estar atenta a la hora concreta, pero hoy se ha propuesto devolverle la mirada y sonreírle.

Ha visto algo en sus ojos que le llama atención y ha notado que él está interesado, pero no se atreve a decirla nada. Mira el reloj de nuevo, está nerviosa, ve que son las cinco en punto, mira hacia la puerta y allí aparece él; la mira y sonríe y no se detiene en la barra, si no que se acerca lentamente hasta ella, no sabe que hacer y disimula colocar los folios que tiene sobre la mesa, su corazón palpita apresurado y al intentar ordenarlos caen al suelo, se inclina para recogerlos y al levantarse allí está él.

Su mirada es tierna, sus ojos desprenden un brillo intenso, y su sonrisa es indescriptible, siente un rubor en sus cara y ve que le tiende sus manos para ayudarla, sonríe tímidamente y le da las gracias y por cortesía lo invita a tomar un café.

Han quedado para tomar un café esta tarde. A las cinco en punto aparece por la puerta y cuando se dirige hacia ella no puede evitar el decirle, con tu mirada me has dejado sin palabras, tanto es así que hoy no he podido escribir, y espero que ésta me acompañe durante muchos años, pues ya desde hace mucho tiempo me he acostumbrado a ella y no podría estar sin tus ojos a mi lado.

Flor Martínez Salces ©
mayo,2011

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