jueves, 20 de octubre de 2011

BAJAMAR


- ¿ICI? … ¡Aquí no hay mar!

Nos acercamos al tablón de anuncios con el calendario de mareas: Bajamar a las 15 horas.

Ya en su Austin Victoria, Marie-Noelle conducía por el “causeway” (1) La veía seria con los dedos tamborileando en el volante. Al finalizar el tramo de asfalto, otra señal nos alertaba:

-BEWARE. LEAVE HOLY ISLAND THREE HOURS BEFORE TIDE IN (“¡Cuidado! Dejen la isla tres horas antes de la marea alta!”)

Eran las 12 del mediodía; contábamos, pues, con solo seis horitas: tres para la Bajamar y otras tres de marea ascendente.

Habíamos planeado salir a las nueve para estar en Linderfarne o Holy Island antes de las once. Pero Marie-Noelle se había retrasado con sus sandwiches vegetales y, cómo no, con prepararse como para una función en el teatro Globe. La observé mientras la aligeraba de la bolsa de picnic; no dejé que su ajustado vestido verde, sus zapatos a juego con el “weekend” rojo, y su melena rubia me arrancaran una sonrisa (hubiera sido una risa nerviosa) Asi que al llegar a la isla éramos dos caras “largas” entre las muchas alegres de los turistas.

Cerré la puerta con un golpe y me encaminé hacia el castillo. Me giré y la vi poniéndose unos shorts blancos; después se sacó el vestido por la cabeza –no fuera a marcharlo con las cagurrutas de las ovejas- y cubrió el pecho con una, casi, inmaculada camiseta (los pezones eran granadas que se rebelaban ante la opresión) Sacó un par de zapatillas y devolvió los zapatos y la toallita-felpudo al “weekend. La melena, ahora, casi la llegaba a las piernas, pero, hábilmente la retorció y la convirtió en un hermoso moño. La transformación no la llevó mucho más de cinco minutos !menos mal! Nuestras manos temblorosas se acercaron, nos sonreímos, y, por fin, nos besamos. Desde el castillo, ahora, con las manos en visera, oteamos la Bajamar. Marie-Noelle posaba ante la cámara imaginaria de Roman Polanski que cinco años antes había filmado aquí la película Macbeth.

-“Please, sirrr, Would you mind taking a photo(2)?

!Cómo negarse a aquella francesita tan encantadora! La medio convencí de que quedaban muchos lugares pintorescos para fotografiar y seguimos pateando la isla: me daba tiempo para ayudarla en los desniveles y leer los recordatorios: ” Cuidado, dejen la isla tres horas antes de la marea alta”.

Marie-Noelle posaba y leía en un inglés casi perfecto “ ruinas del monasterrio de Holy Isaland fundado porr San Aidan, en el año 635 D.C. Más tarrrde, en el año 700, los monjes recopilaron un manuscrrrto conocido
como El Evangelio de Holy Island…”

Habíamos disfrutado de tres horas estupendas. Los sentidos henchidos de chiribitas, de orégano, de lavanda; del sabor acre del “kresala”… El cielo blanquecino irradiaba un calorcito tenue –tipico del solsticio de verano. Las casas de piedra cubiertas de apizarrados techos daban morada a unos cien linderfarneses. Y nos acercamos a las tiendas de souveniers: Mugs (3) adornados de ovejas lanosas; llaveros ornados con castillos Compramos una botella de mead (4); paramos ante una tienda de postales y posters Nuestras fotos serían (aun obtenidas por una cámara Richmond) enriquecidas por una lámina del pueblo sin turistas y ¡cómo no!, por otra del castillo vigilando la Bajamar. Por fin, nos pudimos sentar en la terraza del Holy Island Restaurant. Queríamos saborear los famosos .sandwiches de cangrejo (ya daríamos buena cuenta de los sanwiches vegetales, después) junto con dos tazas de café “capuchino”. Marie –Noelle, la francesita transgresora, posó su hermoso moño sobre mi hombro; estiró sus piernas sobre otra silla y, cerró los ojos.

El barman acudió con el ticket: yo daba por muy bien invertidos aquellas diez Libras Mi sentido “thanks a lot” quedó en el aire. ( Los demás comerciantes echaban la llave) Con mi súbita reacción estuve a punto de lesionar a Marie-Noelle . Volamos bacia el coche. Mientras abría las puertas, adelantaba el asiento, ajustaba el espejo retrovisor, “la actriz” se hermoseó en su vestido verde y, en su melena. Con la cara roja del coche, en el causeway, la presumida francesita se cepilló el pelo. Avanzamos unos doscientos metros, cuando una ola vigorosa e impertinente cruzó la estrecha carretera.

-Menos lobos, Bajamar. Y Marie-Noelle retó a la marea viva. Sus manos se aferraron al volante y aceleró (yo hice ademán de proteger…)

- ¡Las fotos! …,ella frenó de golpe. El coche se sacudió: solo le quedaban trescientos metros. Pero, obedientemente reculó.

Los linderfarneses cenaban. Una pareja de edad, recogía la cocina. Marie-Noelle, ya desagarrotada, golpeó la aldaba. El señor, entre sorprendido y complacido escuchaba las explicaciones de la francesita,; seguía los dibujos de sus dedos, su dirección y ; asentía ante aquella Mademoseille Comprendió nuestra situación y nos guió hacia la habitación de invitados.

Desde la ventana, observamos la agitación de los manzanos, licuamos el vapor de los cristales , y vimos el espumaje del embravecido mar. Y, ahora protegidos, le mostramos nuestros espumajos. Nos sonreímos y nos entregamos al amor … hasta que mi reloj nos interrumpió. Mi dulce amor escribió nuestro agradecimiento en una tira de papel higiénico. La dobló una vez hubo solapado tres billetes de diez libras que había sacado de mi cartera. Era el pago por el hatillo de sábanas pringosas que nos llevábamos.

De puntillas, llegamos a la puerta principal. Golpeé algo; no recibí ningún arañazo… El joven día nos devolvía lo nuestro en una bolsa de papel.

El frenazo, a doscientos metros del causeway, fue suave. La luna llena nos mostraba una foto indeleble:

-Au revoir, Mon Cheri, Bajamar -gritó mi amor.

San Vicente, l3 de octubre de 2911
Isabel Bascaran


1. causeway.- carretera elevada.
2. would you mind taking a photo.- Le importaría sacar(nos) una foto.
3. mug.- taza de cerámica, más alta que ancha, provista de asa.
4. mead.- vino obtenido de la fermentación de miel, hierbas aromáticas, agua, a veces, de frutas y de alto índice alcohólico.

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