martes, 18 de octubre de 2011

Y BAJABA LA MAREA...


Buenos días. Ya sabía
que sería oda compleja;
era por si se colaba
entre trazos y planetas,
siendo la noche mi aliada
con la luna y las estrellas.
Más veo que es imposible
embarcársela al poeta.

Pero, mira, quizá ría
mientras cuente sinalefas,
y la luz brille en sus ojos
las manos..., en la cabeza.

Calculará mi delirio,
dejará de hacer poemas,
convertido en un demonio
al ver semejante ofensa.

Salud te deseo, mentor,
al terminar esta befa,
lo precisarás ¡seguro!,
pues no he nacido poeta.

También habré de decirte:
que me encanta hacer poemas;
es el adorno que tengo
cuando baja mi marea.

La bajamar de la vida,
al caer sobre la arena
quedando en seco el aliento
en la existencia postrera.

¡Pero que digo, Dios mío,
no quiero hacer “elegía”,
sí, hacer pleamar de nuevo
y ofrecerla como “suelta”!

Lo siento mentor, lo siento,
líbrame de ser burlesca;
pues sumaré a tu quehacer
más dolores de mollera.

Tendrás que buscar de nuevo
la calma entre tus cuartetas,
y respirarás profundo
desechando estas rarezas.

Ya la marea ha subido
casi, hasta la biblioteca,
el color azul del cielo,
los amores y las quejas,
el salseo de las barcas,
el rincón de los poetas,
las lágrimas que se asoman
y las gracias... al que adiestra.



Ángeles Sánchez Gandarillas ©
5-X-2011

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