Cuando era pequeña escuché una de las historias más transcendentales para mí; siempre que tenía miedo, me escondía debajo de la manta del salón y venía mi abuelo, con aquella sonrisa enorme, y me arropaba en sus brazos salvavidas.
Me decía: -Pitufa, ¿Qué te pasa? ¿Tienes miedo mi amor?
Yo gimoteando contestaba: -siiiiiiiiihhhhh, siiii….
Él me sonreía y me hacía sentir a salvo, y con sus grandes manos me secaba las lágrimas.
-Pitufa, escúchame: ¿Sabes lo que hacían tu papa y tío Manuel, con el miedo? Se sentaban uno frente al otro, al estilo indio, y en medio de los dos una pequeña cajita de madera y una vela morada encendida. Entonces tu padre abría la cajita y le decía a tío Manuel: -¿Quién empieza? .-y tu tío el valiente, decía, -mejor tú y luego yo.
-Manuel, yo le tengo miedo a la niebla, porque oculta con su blancura la mejor parte de las cosas. ¿Y tú a qué le tienes miedo?
-Yo, a la soledad, porque con su invisible oscuridad hace que la gente desaparezca de nuestras vidas.
Tras contarse uno a otro los miedos, soplaban la vela y cerraban la cajita, para que, así, sus miedos se quedaran dentro de ella y no se escaparan.
Salté de los brazos de mi abuelo y regresé con una vela. Ya estaba mi abuelo sentado a lo indio encima de mi manta y una cajita de madera abierta.
-Abuelito ¿quién empieza?
-Yo pitufa, tengo miedo a que crezcas y me olvides. ¿Y tú?
-Tengo miedo a ser yo misma y no me quieras.
Y justo antes de apagar la vela pensé. "Y vosotros que me estáis escuchando ¿a qué tenéis miedo?"
Moraleja: “cuando compartes los miedos, estos se debilitan y dejan de ser miedos”
Jezabel Luguera González ©
Noviembre 2011
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