El sol sale temprano,
ya asoma por las montañas
jugando entre la niebla
y nubes un poco raras.
A ver que día tenemos,
se preguntan preocupadas,
el mar parece tranquila
y hay gaviotas en la playa.
Muy inquietas merodean
y no paran con la alas,
es que estamos en otoño
y eso no les gusta nada.
Quisiera dormir en las nubes
y la niebla fuera mis sábanas,
y el rocío de la noche
me diera a beber sus aguas.
Con el néctar de las mieles
yo comiera y me saciara,
el sol me diera sus rayos
y calentar mi morada.
Que el mar fuera mi espejo,
y yo en él me mirara,
el aire me diera vida
y una vida idolatrada.
Al amanecer ¡cuántas dudas!
de una mañana en calma,
que no se rompa la Tierra
con tanta barbarie y rabia.
La Tierra abre sus bocas
de fuego y ardiente lava,
como un dragón furioso,
con las lenguas abrasadas.
Si no brillara la Luna
y el sol no nos alumbrara,
no habría quien lo arreglara
¡ni el mismo Dios que bajara!
Cielo azul, sol de justicia,
nubes grises, temblorosas,
y a ras de tierra, la niebla
se esparce como humaradas.
Blanca Santos Gutiérrez ©
26-X-2011
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