martes, 24 de enero de 2012

LA ISLA


El primer jarro de agua fría les vertimos a los tres días de su llegada. Sus caras serias iban adquiriendo forma de interrogación. El portavoz, con la misma diplomacia de los británicos, nos hizo saber que ya estaban recibiendo los frutos la Inmersión en la segunda lengua (L2); que lo que esperaban eran nuevas pautas para la implantación del Inglés como tercera lengua (L3) en sus alumnos, a partir de los ocho años.

Y allí, me encontraba yo –la coordinadora- colocando el segundo jarro en el tablón de anuncios:

BANK HOLIDAY
Se suspenden todas las clases
EXCURSIÓN A LA ISLA SKYE
Salida: 29 de mayo
Precio: 150 Libras

-Knock, knock, knock.

-Yes?

El primero en apuntarse fue Mr. Video Camera; después llegaron Miss Book y Mr. Gentleman. Algo más tarde, aparecieron Miss.Blue Eyes y Miss. Smile. A ellos se unió mi amiga Patro y su hija Little Manners. No eran muchos, pues la mayoría había optado por guardarse su dinero. Pero eran los suficientes docentes como para ahorrarnos el bochornoso papeleo burocrático.

Al bajar del autobús, nos apresuramos a los toilettes –todavía quedaban treinta minutos de travesía. El ferry se disponía a recoger la plataforma.

-Eh, Mary, que faltan Doña Perfec.. y su hija: Little Manners- me informó Miss. Smile.

No hubo “sorries” de mi amiga. La niña les mostraba su apetitoso Hotdog.

-Please, Ladies and Gentlemen. No tienten a las gaviotas que ya de por sí son demasiado atrevidas y ¡peligrosas!- les exigí.

Nos acomodamos en los bancos de proa. Ni salpicaduras del océano, ni signo de dolphins, puffins; ni águilas de cola blanca - como rezaba el folleto. Eso sí, infinidad de gaviotas chillonas. Los docentes fueron despojándose de sus chaquetas y cerraron los ojos -excepto Mr. Camera, Miss. Book, y Little Manners. Ësta con una invitación hacia los ojos cerrados, desenvolvió el bocadillo: una gaviota lince se lo arrebató, mientras una bandada se lanzó al ataque. Debió de ser la que se llevó el mayor bocado, la que parcheó de guano las páginas 18 y 19.

-¡Cuidadito, Little Manners! Puede que también se caguen sobre tu precioso vestidito- le amenazó Miss Book.

-Tiene gracia. ¿Culpas a mi hijita de que un ave de la naturaleza haya aligerado su vientre?
El incidente quedó en el ferry.

A paso de tortuga, las tres caminábamos hacia el pueblo. El grupo se cansó de avanzar tres pasos y de recular dos. Al principio oía sus risas, sus ohhhs, los clicks …

Cansada, sobre todo de: uf, mamá, por qué me has traído a esta isla?; Mammy, ¿cuándo llegamos al dichoso castillo?; Mary, no podríamos sentarnos a tomar un refresco- bufaba mi amiga.

-“Hola Mary”,- me saludó Miss Book. “Le agradecemos de corazón que nos haya traído a este paraíso, (las caras adornadas todas con gafas oscuras giraron y asintieron felices). Las casas tan iguales y de maquillaje tan diferente; el azul del océano abrazado al azul del cielo; pero, sobre todo: esta LUMINOSIDAD. El arco iris luciría espectacular aquí: incontables matices entre el blanco y amarillo…” “ Oh, Mary, por, favor, si no vuelvo al ferry no me busque.” Sus gafas me devolvían mi agradecimiento.

-Good Morning, Mary.

-Good Morning, Ladies and Gentlemen- Siento que no hayan podido descansar mucho esta noche.

-¿AH,pero, ha anochecido?- preguntó Miss Smile.

-Mire, Mary, hemos sido protagonistas de mi libro: “The Shells Seekers”, y hemos recogido preciosas conchas- me informó Miss Book.

-Y algunos hasta se han enamorado- habló Mr. Video Camera, entre click y click.

-Un buen café nos devolverá las energías- aventuró Miss Blue Eyes.

Sonreí. Eran muy considerados con lo del buen café; pero, la verdad es que iban a disfrutar de todo un desayuno isleño con delicatesses de puffin incluidos.

_Click. click. click, Mr. Camera tomaba fotos de las columnas estriadas, de los capiteles –algunos sin volutas-, de los nervios hasta la bóveda…Y un click para el grupo. Mi amiga y Little Manners habían preferido dar descanso a sus estómagos a fatigar sus cerebros.

A las seis p.m. todos estábamos en la popa del ferry. Los dos tortolitos abrazados, mientras la mayoría extendía sus brazos hacia la isla, con casi medio cuerpo por la borda. Luego, con las gafas como diademas, sus ojos se negaban a pestañear; hasta que la luz los eclipsó. Se cubrieron los ojos, y, a tientas, se sentaron. Yo caminné hacia la proa. Cerré los ojos. Sí, me congratulaba de que hubieran gozado tanto en Skye –quiza, la isla más atractiva de Las Hébridas.

-Cris, cris, cris; flis, flis, flis…se mostraban sus casitas de conchas, sus llaveros de conchas, sus gaviotas de conchas; las láminas del castillo y de la ermita.

-Beee, beee, pum, pum. Su berrinche era peor que el graznido de las gaviotas.

-Ten mi concha- le dije.

-¿Sólo una?

-Ten nuestra bolsita, pero no la abras, porque las conchitas están sucias.

-Si se la regaláis, podrá actuar a su antojo, ¿no?- replicó la madre.

Me dirigí a mi asiento con la boca y los puños cerrados. Los ayes de la madre acallaron el lloriqueo de la hija. Los gritos de socorro eran desgarradores, los clicks, clicks, clicks sonaban incansables.

- Mary, Little Manners / la bolsa.

- Mary, una gaviota / un picotazo /

-Mary,/ el ojo, el ojo/.

¡!! SIEÉNTENSE ¡!! Ladies and Gentlemen, por favor, ¿no se percatan del peligro? : están ustedes desviando la plataforma. Por favor, TRANQUILÍCENSE.

San Vicente de la Barquera,
l2 de diciembre de 2011
Isabel Bascaran ©

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