martes, 24 de enero de 2012

TE FUISTE…


Te fuiste de mi lado y nada dije. Te fuiste y me robaste el corazón aquella tarde, sin mirar si necesitaba su latido, si precisaba de la sangre tan ardiente de esos años juveniles y del tiempo y del recuerdo como arma arrojadiza y de defensa del presente.

Te fuiste simplemente y me dejaste anclado en una isla, con mis recuerdos a cuestas, mirando hacia la nada y suplicando una limosna entre en silencio de las calles, pidiendo una mirada de los cielos mientras mis labios susurraban sin cesar tu nombre solamente.

Te fuiste y te llevaste hasta el sonido de tus pasos y yo buscaba ese eco inútilmente que volviera a mis oídos, pero solo notaba llegar a la brisa del nordeste, con el yodo y el salitre, para hurgar en la herida de mi alma, y allí quedaba, mirando al infinito, con la vista perdida en un punto inconcreto del tiempo y la distancia.

Te fuiste y me dejaste rodeado de ese conjunto de árboles y montes, aislado de la sangre de tus venas, sediento de caricias y hambriento de tus besos, que marchaban contigo, en busca de promesas y de nuevos horizontes.

...Y aquí me quedé solitario y a merced de las aguas. En un abrazo interminable que asfixiaba mis sentidos, porque la sed de tu recuerdo era constante y mis labios resecos y el corazón dolorido y mis venas saciadas, gritaban sin cesar sólo tu nombre.

Pero tú ya no estabas cerca, ni siquiera escuchabas mi voz que te llamaba, porque te encontrabas lejos, ¡muy lejos ya! y tus pies caminaban sin descanso, ajenos a mis gritos y mis súplicas, olvidando también que fueron mis dedos los que acariciaron tus cabellos, los que escribieron en tu cuerpo aquellos versos que tanto musitaste en el pasado, mientras sonreías y miraban tus pupilas a las mías en el silencio de la noche.

Porque te fuiste amor y me quedé aquí, en mi isla. La isla de cristal de mi utopía, donde se juntan los sueños y la fantasía, donde vuelan las mariposas sin cesar en un profundo desorden y donde los niños corren y juegan en los parques, los amantes se besan y se abrazan y donde los hombres simplemente se aman.

Esta es mi isla, descrita a grandes rasgos, y es la porción de tierra prometida rodeada de amor por todas partes y que yo no puedo tocar, beber, sentir, ni siquiera mirar, porque tú te fuiste amor, y te llevaste contigo la cuerda sensible de mi alma que un día te entregué para que fueras inmensamente feliz.

Rafael Sánchez Ortega ©
23/01/12

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una nostálgica metáfora de la soledad, Rafael. Lirismo puro
Guiomar

Rafael dijo...

Gracias por leer mis líneas y por tu comentario.
Rafael