-¿Qué es lo que más te gusta de la vida, abuela?
-Los atardeceres dorados. Los jóvenes sois albas, los mayores bellos atardeceres. La vida comienza como un fresco amanecer y termina con un sereno ocaso. ¿Sabes a qué suelo jugar cuando el sol está cayendo?... Pues pongo mi dedo tembloroso sobre él, le toco y le ayudo a bajar hasta que desaparece, no importa dónde; sobre el mar o entre las montañas, eso significa que he vivido un día más.
-Abuela, a mí me gusta más el amanecer, está todo por llegar.
-Recuerda esto hijo; un magnífico atardecer puede ser el preámbulo a un amanecer en compañía.
Ana Pérez Urquiza ©
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