viernes, 26 de octubre de 2012

EL MOLINO DEL BOSQUE.


El viejo molinero se encontraba muy cansado; desde que cumplió los 20 años no había sido otra cosa.
Todavía recordaba el día que recibió la carta:

"ESTIMADO BRUNO MARTINEZ, TENGO LA ALEGRIA DE INFORMARLE QUE HA SIGO ELEGIDO: “EL NUEVO MOLINERO DEL BOSQUE”.
PONGASE EN CONTACTO CONMIGO, LO MÁS PRONTO POSIBLE.
ATENTAMENTE PEDRO ROCA"

Bruno no se lo podía creer, iba a ser… ¿molinero? Pero… ¿quien había elegido su futuro? y ¿por qué? 

Rápidamente telefoneo al señor roca y ese mismo día quedaron.

Pedro le conto que era el actual molinero, pero que ya era muy mayor y  el bosque necesitaba colores nuevos. Bruno no entendía nada, era como estar en un concierto y no conocer ninguna canción, 

-¿El bosque necesita colores nuevos?

-Pedro, necesito que me lo expliques, porque cuanto más hablas menos comprendo-. Este no paraba de reírse.

-Lo tienes que entender por ti mismo, aquí tienes las llaves del viejo molino, cuídalas bien, y un mapa para llegar hasta él. Encontraras todo lo que necesites allí… Cuida bien de Sarah-. Y así mismo se despidió.

La verdad que estaba más confundido ahora que al principio de todo.

A la mañana siguiente me levanté temprano, preparé mi equipaje y me dirigí rumbo al molino…

Estimada Alena, ahora el viejo molinero soy yo y el bosque necesita nuevos colores. Has sido la elegida para este trabajo, pasa dentro ahora el molino es tu casa y… cuida a Sarah.

Arrancó la nota de la puerta y entro a su nueva casa. Esperaba encontrar algo espectacular, como en las misiones de la NASA, pero la realidad dejaba mucho que desear.

Un gran salón, con una gran chimenea en el centro, una pequeña cocina de leña, una habitación presidida por una gran cama de madera y la escalera, también de madera, que subía al segundo piso; tras ella encontró un laboratorio con lo más moderno y un telescopio colocado al borde de la ventana (La imagen tras ella,  de miles de árboles dominados por un rio de aguas cristalinas).

Encima de éste se encontraba un gran manual de cómo dar color al bosque y un cartel que ponía: "soy Sarah bienvenida"

Colocó todo su equipaje, y decidió que el manual y ella tenían algo pendiente. Empezó a leer, y cuanto más lo hacía, encontraba respuestas a sus incógnitas.

El molinero se encargaba de darle color al bosque, no eran las estaciones. Y la tonalidad de las estaciones las decidía, la posición de las estrellas. De ahí  la frase de: “cuida a Sarah…" ahora todo tenía sentido.

Se sentía orgullosa de ser la elegida pero era demasiada responsabilidad y pensaba en que ella sola cómo lo haría.

Pasó toda la noche aprendiendo cada palabra del manual y tomando contacto con el laboratorio, pero no fue hasta la noche siguiente cuando decidió trabajar con Sarah, en el instante que posó sus manos en el telescopio le invadió un sentimiento de tranquilidad y de responsabilidad a la vez.

Encontró la osa mayor, el carro y cuando llego a la estrella polar algo le susurro “por aquí empezaremos nuestro trabajo” Alena miro por todos los lados pero no encontró al emisor de esa frase y pensó que sería su imaginación; continuo lo que estaba haciendo, y ese susurro volvió “soy Sarah, te ayudare a dar color al bosque”

-¿Pero como….?

-“No busqués un significado, algún día te contaré como llegue aquí y si me dejas, te enseñaré todo lo que sé, pero solo pido una cosa a cambio, que nunca reveles nuestro secreto sobre el bosque.

-Por supuesto, ¿nos ponemos manos a la obra?

Así pasaron los días, Alena y Sarah se hicieron muy buenas amigas, el bosque está precioso pero el misterio de Sarah intrigaba a nuestra joven molinera; mas un día, mientras creaba la fórmula para cambiar el verde musgo por el marrón otoñal, Sarah le susurro su ultima enseñanza: “cuando acabes la formula, sólo tienes que verterla al rio y este impregnará el bosque con el color del otoño”, tras hacerlo sintió que ya era parte del bosque y corrió a contarle a su ”amiga”, pero ésta ya no estaba.

A los pocos días de quedarse sola, una joven llamo a su puerta. Nada más verla a Alena le dio sensación de conocerla. La recién llegada le conto que era periodista y que estaba haciendo un reportaje sobre el bosque, le hizo más de mil preguntas, a las cuales nuestra molinera superó como toda una guerrera, aunque sin contar nada de lo que le había prometido a Sarah guardar el secreto.

Al despedirse, la joven reportera con una gran sonrisa le dijo: "Sarah tenía razón eres una gran molinera pero sobretodo una gran amiga"

Por la cara de Sorpresa de Alena al oír esa frase, la joven le conto que era Diana, la guardiana del bosque y esta era la última prueba para ser “molinera del bosque”.

-Solo me queda decirte que cuides mucho de Sarah.-.


Jezabel Luguera González ©
Octubre 2012

1 comentario:

lns Ángeles Sánchez Gandarillas dijo...

¡Qué gusto tener una amiga que me cuente estos cuentos preciosos!!
Abrazo.
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