sábado, 23 de febrero de 2013

BEODO SIN HORIZONTES

 

La verdad tiene fronteras
que quieres cruzar bebiendo,
pero, sigues siendo esclavo
de ese amor ya macilento,
de los mundos imposibles
de ese olvido tan rastrero
que se enzarzó dolorido
e intuyes que fue desvelo... 

Tu pensamiento razona
y aprecias cada momento,
que todo fue ese delirio
y también, soñaste ebrio,
del poder de lo bebido
al que serviste de siervo,
que eran puertas prodigiosas
destiladas, sin consuelo... 

Codiciaste en su cariño
que te ofreciera los besos
y del aire, los suspiros
que te llevaran al cielo,
en busca de aquella historia
que destiló lo inconexo,
donde anidó la resaca
al morirse los deseos...

Hay licores que te llevan
en hondos despeñaderos
porque allí, te venderían
las caricias sin lamentos,
o las ternuras sin nombre
buscando brasas y fuegos
que por siempre perdurasen
olvidados al requiebro. 

Qué lástima despertarse 
a realidades y duelos,
a la vida que ha nacido
de ilusión y falso encuentro...
Beodo viste locuras,
viste amores sin aliento;
te hizo sentir en el aire
y quererla en tus desvelos. 

Fue vivir bajo las nubes
para olvidar los te quiero,
es nacer, cuando borracho,
al necesario recuerdo,
en sentimientos beodos
de quimera y del empeño;
eran alcoholes, olvido,
y nada pudo vencerlo... 

Créeme, nada obtendrías
de lo que te pudre adentro,
no te merece esa pena
y ¡vive, no sigas muerto!
Es borracha esa mentira,
y tú, ebrio ante el “no”, ciego,
lo creíste permitido,
y que duraba en el tiempo...

Eso que ansías, te mata,
siendo violento recuerdo
y te lleva a la locura
ese néctar de lamentos.
Eres débil, lo demuestras,
tan débil como el silencio
que con solo una palabra
ha yacido en el estruendo. 

Era la verdad tremenda
y realidades mintiendo
que has visto en esas resacas
lo que quisieras de cierto;
morirás siendo el cuchillo
que matará de silencios
ese amor que reviviste
y que yació al mismo tiempo... 

Equivocaste el latido
de esa llamada y encuentro,
quisiste tener abrazos
del amor que fue veneno,
y en quimeras hoy de luto
fuiste Lázaro y entierro,
no hubo milagro ni magia...
pues hoy, despiertas sereno. 

“¿Dónde acabarán mi desdicha,
dónde se pondrán los tiempos?
Donde embriagaste la vida
concibiendo esos deseos...
Por mucho que lo querrías
no era verdad, sino velo
del horizonte y la alquimia
embriagados de tus miedos”.
 

Conclusión
 

Suena el calor de la sangre
del corazón que hizo cuento,
fue el amor sin horizontes
que tornó en daño y flagelo,
 reconvertido en locura  
y que partió con el cierzo
rompiéndose en los latidos.
Réquiem de amor y tormento...
 

Ángeles Sánchez Gandarillas ©

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