sábado, 27 de abril de 2013

LA LLAVE

                                        



                         ¿La llave para dejar de fumar?,  no la encuentro. Ayer sin ir más lejos, me propuse; hoy voy a fumar menos ¡así, convencida, con valentía!

Durante la mañana, me controlé bastante, hasta me sentí orgullosa de ello, ¿ves? no es tan difícil, me decía, barriendo o con el plumero en mano pero... Sonó el teléfono a la hora de comer, miré el número... ¡mi suegra!



            Tuve el impulso de encender un cigarro, como siempre hago cuando me llama, pero me contuve.



-        ¿Si? ¡Hola Leonor!

       

-        Hola, hija ¿me acabas de llamar? -esta es su táctica, para llamarme sin parecer pesada.

        

-        No, pero lo iba a hacer más tarde, -(miento),  ya que casi iba a comer. -(no se da por enterada y continúa con lo mismo de siempre)

        

-        Es que este teléfono no hay quien lo entienda, como es nuevo... suena, descuelgo y nada, que se corta la llamada y he pensado que eras tú.

        

-        Ummggg... -balbuceo, ya que así lleva un mes y se me han acabado los “ya“,  los “buenos”, los “que cosas pasan, “los “estará mal”...

       

-        ¿Cómo estás? -pregunta.

     

-        Bien, bueno, tengo un dolor en el brazo, -(por contarle algo nuevo), que cuando lo mue... (no me deja terminar, ¡como de costumbre, y  ya me he arrepentido, ya le he dado pie, carnaza, para sus temibles monólogos. Juego con la cajetilla de tabaco... Leonor se viene arriba.

        

-        ¿Dolor de brazo? yo tuve ese mismo dolor.

        

Ahora juego con el encendedor y pienso, ¿ese dolor, ese mismo dolor? ¡pero si no te he explicado dónde me duele ni cómo es!



-        Leonor , me due...

        

-        ¡Si , si , es horrible y molesto! , eso es artrosis o reuma ¡seguro! mira cuando yo fui a un viaje al norte, no podía ni conducir y claro tenía que llegar a Tarragona por la mañana ya que el barco de tu suegro llegaba a... -(sigo jugando con la cajetilla de tabaco, resisto. A esta ya no hay quien la pare),-  bueno ya conoces mi vida hija ...

        

-        Si, ya m...

-        Mala o buena tenía que ir de aeropuerto en aeropuerto y por esas carreteras de aquella España de entonces.

       

-        Si, ya me has contado tu vida.

-        ¡Por eso! ¿Te conté cuando me dormí al volante una noche y un camionero, no se despegó de mí por León?

      

-        Si, y que te...

       

-        Bueno no sabes lo que fue aquello, era noche cerrad , estaba cansadísima y bla, bla, bla...

        

-        Ya, ya lo sé Leonor y que te echa...

       

-        Pues el pobre me echaba las luces para que no me durmiera ...

       

-        Si, y en una gasoli...

       

-        Me lo dijo cuándo paré en una gasolinera-,” señora no podía dejarla así, daba volantazos”.

        

-        Si, ya eras una valiente, -(esto le encanta)

        

-        ¡Qué hombre aquel, nunca le olvidaré!

    

         En una de sus no pausas (repito ya me lo has contado) y para cambiar de tema ya que lo de mi brazo le trae al pairo y cortar el monólogo le digo:



-        Leonor, perdona se me están quemando las lentejas, -(se me ocurre), pero su lengua es una ametralladora.

      

-        ¿Vas a comer lentejas?  yo hoy he puesto unas patatas con… -(y me cuenta la receta)

       

¡Ya no puedo con mi vida y enciendo un CIGARRO, me lo he ganado, y doy una gran bocanada tumbada en el sofá. Leonor continúa disparando palabras.



-        ¿Sabes que las legumbres son buenísimas para...?

       

-        Si, por eso las co...

      

-        Hay que comerlas... ¿Estas fumando? Lo noto, Hija ¿por qué no lo dejas?

       

¿Por qué no lo dejo , por qué no lo dejo...? respeto sus canas y no le digo lo que pienso; por tu culpa, por tu culpa, por tu grandísima culpa. Al rato de más bla, bla y porque bla, bla, bla... dice;



-        Bueno te dejo que empieza el Telediario, a ver que nos cuentan, seguro que desgracias y paro ¿sabes que por aquí cierran...?

       

-        ¡Leonor, que se me han quemado las lentejas ¡(intento fallido).

        

-        Oye, siempre que hablo con alguien me dice lo mismo, que se le quema la comida. -(ríe inocente se lo cree realmente).

        

Miro el reloj, las tres, llevamos hablando una hora, bueno ella. En el cenicero hay colillas apagadas que me niego a contar.



-        Para las lentejas quemadas hay un truco, añadir un...

       

¡Socorrooo! el pabellón auditivo me arde, está al rojo vivo...



-        ¡Huy!, perdona mi vida, me llaman al móvil, mañana te llamo, -(amenaza), - ya que no me has contado nada de ti, ¡te quiero ,te quiero, te quiero, no fumes!

        

Ya sin fuerzas, extenuada, salvada por esa llamada de una valiente nueva víctima, balbuceo;



-        Yo también a ti (PERO CONTINUA).

      

-        Me gusta que me lo digas, hija, es que a las del norte os cuesta decirlo ¿eh?

        

-        Leonor atiende a la llamada (no me escucha).

       

-        Bueno ya sabes que a mí la gente del norte siempre me ha gustado...

        

-        ¡Leonor!, la llamada, mis lentejas…

       

-        Bueno, vale te dejo, sé que soy charlatana ¿y qué? no le hago mal a nadie, cuídate mi vida.

        

-        Si, tú también (lo digo muy rápido para no darle más opciones) y cuelgo.

        

Sigo tumbada en el sofá, son las tres y cuarto, me sale el humo por las orejas, la izquierda está roja y me hormiguea la mano, no la siento... ¡Ring... ring...! me incorporo de golpe, miro el número: ¡mi tía! “SOCORRO” otra monologuista, y otro capítulo y aparte .



Y con todo esto ¿se puede dejar de fumar? y si es así ¿dónde está la llave para hacerlo?                 

                                                                                       Ana Pérez Urquiza ©

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