sábado, 27 de abril de 2013

LAS ETAPAS.



Nuestras vidas son como un puzzle, formadas de pequeñas piezas, a las que cariñosamente las llamamos etapas.
 
Para mi cada etapa comienza, con una llave nueva en nuestras vidas. Seguro que ahora estáis pensando que estoy un poco loca y no sabía que escribir con el tema de la semana. Pero ¿qué os parece si os cuento que llaves he tenido yo en mi vida y luego discutimos?

Cuando era muy pequeña la primera llave que llegó a mis manos, fue la de una cajita metálica con un pequeño candado. En ella había el mejor de los tesoros, un pequeño peluche. Ahora no sé nada de esa llave y el peluche desapareció el mismo día que me regalaron la segunda llave, que era de un pequeño libro, pero no contenía palabras, todo lo contrario, tenía la misión de guardar todos mis secretos. Lo único que tenía que hacer era empezar cada hoja en blanco con “Querido diario…”, lo malo de esa llave, es que era enana y cada dos por tres la perdía y aparecía a los pocos días y además mi hermano sabia como abrir mi diario, bueno él y toda la humanidad. Por lo tanto  esa llave no tardó mucho tiempo en formar parte de “cosas desaparecidas” y sustituida por una buena horquilla del pelo.

A los 11 apareció una nueva etapa y con ella la llave, esta vez era la de mi casa, solo la de la puerta, la del portal. Tenía que molestar a algún vecino si no estaba abierta. Porque claro la responsabilidad de llevar dos llaves era demasiado para esa etapa y además me hubiera convertido en un ternero, porque llevaba la llave al cuello con un estupendo cordón blanco y dos se hubiera convertido en un pequeño sonido cada vez que me movía.
 Al tiempo conseguí, mi segunda llave, ¿ya sabéis cuál es verdad? Exacto la nueva llave del portal y claro con ella un precioso llavero de hamburguesa que me acompañó hasta la siguiente etapa.
¿Por ahora qué os parece? ¿Las etapas y las llaves tienen relación eh?

Estas últimas llaves todavía las uso, porque si no, no podría entrar a mí casa pero, aparecieron muchas más y no menos importantes.
Descubrí que ya era adulta con la llegada de mi cuarta llave, la de casa de mi abuela. Fue uno de los mejores regalos del mundo, porque ella creía que era responsable para tener una copia de su hogar, aunque si os cuento la verdad muy adulta no era pero bueno. Y el llavero que me dio era horroroso pero también eso es parte de otra historia.

La quinta llave fue la más divertida, o mejor dicho significaba diversión. Os preguntaréis porqué, muy fácil, era la llave de mi nueva maleta para irme de viaje de fin de curso y también se convirtió en mi primer viaje fuera de España, y fueron momentos claves en mi vida y muy buenos recuerdos ahora.

La última llave, han sido las llaves de mi trabajo que siempre son más de una y con ellas llega una enorme responsabilidad, porque no puedes perderlas, por lo tanto estas pendiente todo el día de ellas, vamos que entre ellas y el móvil ganan ellas por goleada, pero también significan que formas parte de algo nuevo y eres uno de los guardianes para que no desaparezca.

Por ahora no tengo más llaves, espero que no se me haya quedado ninguna en el llavero, me faltan muchas etapas pero por ahora no me quejo del llavero que tengo.

Jezabel Luguera González ©

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