jueves, 10 de octubre de 2013

TAÑERON LAS CAMPANAS





Tañeron las campanas,

las cinco de la tarde en eco de locura,

y el cielo resurgió

entre mis pestañas

y sobre las sábanas;

nublado.



Apenas respiraba en el temblor

de aquel febril instante;

la cama se inundaba de sudor,

me abrazaba malherida,

y no supe si fue ella quien tuvo escalofríos.



Sabía que me desangraba

en aquel sudor…

y con alguna lágrima.



Me sentía respirar cansadamente

en un silencio que crispaba mis oídos

y que ensordecía el tiempo,

y noté que mi sangre

circulaba por las venas torpemente…,

¡y me hizo daño!



La sentía llegar al corazón,

que es ya un reloj de torre antigua,

y noté su latir en campanadas

cansinas, seguidas

y a destiempo.



Se agolpaba la sangre espesa

entre las sienes

y la tarde febril ya me acechaba,

tenía pesadillas,

retumbaba el tañer de aquel reloj

en mi latir

y quise rehusar la vida

en los callados ruegos de mi boca…



Estaba cansada de luchar

desde esa habitación

en otra gran derrota,

y me di cuenta que vivía

porque de nuevo sonaron las campanas

a las siete de la tarde,

y rompieron mi silencio.



Ángeles Sánchez Gandarillas ©

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