sábado, 18 de enero de 2014

TARDE DE REENCUENTROS.

 
Me puse el abrigo rojo de todos los días. Cogí mis botas de agua, la bufanda y ya estaba lista para mi paseo diario.

Es el mejor momento del día. Solo escucho mi voz. El mundo se vuelve mudo. Reflexiono sobre lo que ha acontecido en el día y los problemas que no he solucionado. Es mi momento y de nadie más.

Pero hoy no parece un día cualquiera. Lorezo me acompaña esta tarde para iluminar mis pasos, o eso imagino yo. Voy mirando las líneas que forman las baldosas del parque y dejo que ellas me guíen. El viaje ya está marcado.

Somos ellas y yo. No me juzgan, no me piden explicaciones ni si he tardado en visitarlas, solo se alegran de mis visitas y son amigas fieles, pero mudas.

De repente escucho una voz conocida. Cierro mis pensamientos y de forma silenciosa me despido del parque. Levanto la vista y me encuentro con miradas de cariño, con sonrisas cómplices. Nos saludamos como cada lunes que tenemos Taller, alegres de reunirnos y de compartir un poco de nuestros sueños que solo el parque conoce.

Jezabel Luguera González ©

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