Parece que fue ayer
cuando crucé aquella gran puerta de madera blanca, estaba tan nerviosa que al
intentar llamar, la abrí de un portazo.
Intenté recomponerme lo
más rápido posible para que nadie se diera cuenta, pero no hacía falta, unos
grandes ojos ocultos, tras unas gafas de pasta, habían capturado toda la
escena.
- ¿Eres Noelia? -Me
preguntó con tono de
afirmación.
- Sí, aunque casi me
quedo en la puerta pegada
–dije, riéndome de mi misma.
- Tranquila yo el primer
día, me tiré una taza de café por encima, aquí tienes el formulario para que
nos des algunos datos personales -tras esto, me dio una hoja, un bolígrafo y
desapareció de aquella… entrada/recepción.
Miré a mi alrededor, no
parecía un estudio normal o como yo me le había estado imaginando desde el
mismo instante que me llamaron para la entrevista y no había nadie mas ¿solo me
iban a entrevistar a mí?, eso me parecía imposible.
Respiré profundamente,
como siempre me recordaba mi amiga Marta (adicta al yoga y la meditación), abrí
los ojos y me dispuse a rellenar aquel formulario: nombre, apellidos,
dirección… y así más de media hoja de preguntas muy comunes pero de repente…
-¿Piensas que has llegado al final de tu sueño
profesional? Si es así ¿Por qué lo crees?
- ¿Qué querías ser de mayor?
- ¿Cómo llegaste a estudiar diseño?
- ¿Es muy importante el color en tu vida?
-Si pudieras diseñar cualquier cosa, ¿qué
diseñarías?
-¿Diseñarías algo precioso pero efímero a la vez?
-¿Tienes miedo a volar? En caso afirmativo ¿crees que lo podrías
superar?
-Si tuvieras que volar habitualmente en globo ¿te
importaría?
Las preguntas parecían
sacadas de un cuento de hadas o peor aun, escritas por un niño de 5 años que
siempre esta: ¿y porqué…?
En el mismo instante que
puse el punto y final a mi interrogatorio apareció de nuevo la “tira cafés”, le
di mi hoja y le pregunté donde estaba el servicio. Pero nunca llegué a ir,
porque de camino me di cuenta que en aquel impresionante edificio blanco no
había nadie trabajando. Decidí marcharme, aquello no era normal. Estaba
esperando a que alguien saliera de alguna esquina diciendo… "vas a morir con un
cuchillo en la mano" (lo sé tengo que dejar de ver pelis de miedo).
Cogí mi bolso, me coloqué
el pañuelo y al girarme ahí estaba “la tira cafés”
- Noelia, la señora
Millán la está esperando sígame -y su tono fue más de orden que de amabilidad,
voy a morir lo noto, el aire está muy cargado.
Llegamos a una puerta de
color azul oscuro que ponía dirección, y tras ella un despacho sacado de un
sueño, una gran cristalera recorría toda la estancia y el blanco dominaba sobre
la habitación, parecería un trozo de cielo. “La tira cafés” nos abandonó
diciendo que estaba a nuestra disposición, (sería a la de la señora)
El sillón blanco se giró
y delante de mí se encontraba una señora de unos cuarenta años de mirada
decidida con una pizca de tristeza, un moño que no tenía ningún pelo fuera de
su sitio y unas uñas color añil.
- Señorita Mortero ¿se
encuentra bien? Es que creo que ha dejado de respirar.
- ¡Sí, si, discúlpeme! es
que la estancia me ha dejado fascinada y puede llamarme Noelia, señora Millán.
- Noelia la veo muy
sorprendía
- Lo estoy, -(No lo sabe
usted bien)
- Noelia antes que nada ¿usted sabe qué diseñamos
aquí?
- Me lo llevo
preguntando desde que pasé la puerta blanca.
-Aquí lo fabricamos…
Nubes. ¿empezamos por la entrevista?
Jezabel Luguera©
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