sábado, 25 de octubre de 2014

PARECE QUE FUE AYER...



 

Parece que fue ayer cuando crucé aquella gran puerta de madera blanca, estaba tan nerviosa que al intentar llamar, la abrí de un portazo.

Intenté recomponerme lo más rápido posible para que nadie se diera cuenta, pero no hacía falta, unos grandes ojos ocultos, tras unas gafas de pasta, habían capturado toda la escena.

- ¿Eres Noelia? -Me preguntó con tono de 
afirmación.

- Sí, aunque casi me quedo en la puerta pegada
–dije, riéndome de mi misma.

- Tranquila yo el primer día, me tiré una taza de café por encima, aquí tienes el formulario para que nos des algunos datos personales -tras esto, me dio una hoja, un bolígrafo y desapareció de aquella… entrada/recepción.

Miré a mi alrededor, no parecía un estudio normal o como yo me le había estado imaginando desde el mismo instante que me llamaron para la entrevista y no había nadie mas ¿solo me iban a entrevistar a mí?, eso me parecía imposible.

Respiré profundamente, como siempre me recordaba mi amiga Marta (adicta al yoga y la meditación), abrí los ojos y me dispuse a rellenar aquel formulario: nombre, apellidos, dirección… y así más de media hoja de preguntas muy comunes pero de repente…

-¿Piensas que has llegado al final de tu sueño profesional? Si es así ¿Por qué lo crees?

- ¿Qué querías ser de mayor?

- ¿Cómo llegaste a estudiar diseño?

- ¿Es muy importante el color en tu vida?

-Si pudieras diseñar cualquier cosa, ¿qué diseñarías? 

-¿Diseñarías algo precioso pero efímero a la vez?

-¿Tienes miedo a volar?    En caso afirmativo ¿crees que lo podrías superar?

-Si tuvieras que volar habitualmente en globo ¿te importaría?

Las preguntas parecían sacadas de un cuento de hadas o peor aun, escritas por un niño de 5 años que siempre esta: ¿y porqué…?

En el mismo instante que puse el punto y final a mi interrogatorio apareció de nuevo la “tira cafés”, le di mi hoja y le pregunté donde estaba el servicio. Pero nunca llegué a ir, porque de camino me di cuenta que en aquel impresionante edificio blanco no había nadie trabajando. Decidí marcharme, aquello no era normal. Estaba esperando a que alguien saliera de alguna esquina diciendo… "vas a morir con un cuchillo en la mano" (lo sé tengo que dejar de ver pelis de miedo).

Cogí mi bolso, me coloqué el pañuelo y al girarme ahí estaba “la tira cafés” 

- Noelia, la señora Millán la está esperando sígame -y su tono fue más de orden que de amabilidad, voy a morir lo noto, el aire está muy cargado.

Llegamos a una puerta de color azul oscuro que ponía dirección, y tras ella un despacho sacado de un sueño, una gran cristalera recorría toda la estancia y el blanco dominaba sobre la habitación, parecería un trozo de cielo. “La tira cafés” nos abandonó diciendo que estaba a nuestra disposición, (sería a la de la señora)

El sillón blanco se giró y delante de mí se encontraba una señora de unos cuarenta años de mirada decidida con una pizca de tristeza, un moño que no tenía ningún pelo fuera de su sitio y unas uñas color añil.

- Señorita Mortero ¿se encuentra bien? Es que creo que ha dejado de respirar.

- ¡Sí, si, discúlpeme! es que la estancia me ha dejado fascinada y puede llamarme Noelia, señora Millán.

- Noelia la veo muy sorprendía 

- Lo estoy, -(No lo sabe usted bien)

- Noelia  antes que nada ¿usted sabe qué diseñamos aquí?

- Me lo llevo preguntando desde que pasé la puerta blanca.

-Aquí lo fabricamos… Nubes. ¿empezamos por la entrevista?

Jezabel Luguera©

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