martes, 26 de abril de 2016

EL TEMA




NOSTALGIA

          Cuando era pequeña y aprendí a leer, me di cuenta de que eso era lo que más me iba a gustar en la vida, cuando tocaba recibir regalos siempre pedía cuentos, ¡siempre!, aquellos maravillosos cuentos de hadas, en blanco y negro, alargados, con la portada en color, olor a papel seco (aún hoy sigo abriendo y oliendo el papel con tinta, que no sé porqué me recuerda al salitre del mar), aquellos tebeos de la pequeña Lulú, después del Sr. Ibañez, la colección de PollyAnna, y los 7 Secretos, Robinson Crusoe, La Isla del Tesoro, Los Tres Mosqueteros y el Conde de Montecristo, hasta llegar a la obra completa de Agatha Christie...

          Gustaba de sentarme en el suelo junto a mi cama, con la ventana abierta de par en par para que me diera el sol, pasar las horas muertas, perderme y esconderme en silencio, con un cuento entre las manos, en aquella habitación de dos camitas toda rosa, hasta las flores del papel de la pared, (las princesas no las han inventado hoy), por algo era la única niña entre chicos y en ella gastaba gustosa su madre dos pesetas semanales en cuentos, y a medida que pasaban los años aumentaban las pesetas y los cuentos pasaron a ser libros.

           Pero un día esa madre descubrió que la niña pasaba demasiado tiempo leyendo, que abandonaba sus otras tareas y deberes y encontró el mejor castigo que aplicarle: ¡hoy no lees! Una vez llegó a rasgar un cuento y aquella niñita no ha dejado de llorar por ello, como la vez que lloró tanto ante una portada de "La cabaña del Tío Tom" y su padre le quitó el libro de las manos: "Hija, si lloras así solo viendo la portada, cuánto no llorarás leyendo el libro".

          En los breves espacios de tiempo que no leía, aquella niñita encontró la solución: ¡escribió!, durante años emborronó papeles, mal o regular, en el cole sus redacciones siempre merecieron un sobresaliente. Hace poco ha releído sus primeros poemas de amor, un poco lamentables, aunque alguno pudiera salvarse, había mucho corazón dentro.

          Pasaron los años y esa niña sigue amando la lectura, la Literatura por encima de todo,  un grupo de amigos le animan a escribir, ellos lo hacen muy bien, sugieren un tema de apoyo cada vez, pero hete aquí que un día dan libertad, no hay muleta. Ahora toca lápiz y papel, y el amenazante folio en blanco, y ¿qué cuento?   ¿tiro de vida,  de imaginación?   ¡nada, no hay manera,  estos días no toca!,  pero ya sé, escribiré cuando mi folio blanco me susurre, me llame, me necesite, escribiré sobre lo que yo y mi perezosa y taimada musa decidamos, y de forma ladina, cuando más tarde se pregunte por un "tema" para la próxima reunión, con total alevosía yo lo sugeriré, será mi venganza queridos amigos, porque ya tendré la cama hecha, la mente en marcha y el lápiz ¡afilado!

Remedios Llano Pinna ©
2 de Marzo de 2016

COMILLAS

No hay comentarios: