jueves, 4 de mayo de 2017

"LA CONFESIÓN"

Paseo de verano
Imagen relacionada

            Antes de comenzar mi breve relato, me confieso una enamorada del cine, pues desde una butaca puedes soñar y vivir otras vidas.        Pero mi historia es real, ya que yo misma la he vivido.
Pasó hace unos años, un domingo de verano con mucho calor. Mi esposo me propuso ir a visitar, en la costa, una pequeña cala donde él, desde niño, acudía a pescar y a coger percebes. Dicho lugar no tiene acceso por carretera, sino a campo través. Después de un buen rato caminando por piedras y cuestas, llegamos. En aquel momento, me pareció el sitio más maravilloso del mundo. Había tanto silencio que hasta nuestras voces hacían eco. La mar, como decimos en San Vicente, estaba como un plato.
Nos metimos en sus aguas transparentes y azules. Le comenté a mi marido que daba la sensación de encontrarnos en otro planeta. El agua me cubría hasta la cintura. Comencé a notar una fuerza en mis piernas que me arrastraba para el fondo. Pensé que era mi fantasía; aquella soledad me estaba jugando una mala pasada y estaba muerta de miedo.
Como el agua era tan clara, me agaché, a ver qué pasaba. Fue entonces cuando ocurrió lo mismo, pero esta vez en mis brazos. Comencé a gritar. No sé cómo a mi marido no le dio un infarto, pues reconozco que parecía una loca. “Tranquila”, trató de explicarme él.
Pero ya os imagináis lo que era: pues cuatro hermosos pulpos que, atraídos por mi piel blanca, se me habían pegado con sus tentáculos como si con super glue fuera. No había forma humana de separarlos de  mi cuerpo. Costó, pero lo conseguimos.
Comimos pulpo en todas sus variedades, pero he de confesaros y me confieso que es el día que más miedo he pasado en toda mi vida.


Mari Carmen Bengochea ©   

No hay comentarios: