sábado, 3 de febrero de 2018

EL BESO

LA VIEJA Y EL BOMBERO
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Estaba asomada a la ventana. Hacía frío, pero quería tomar un poco el aire. Durante los últimos días, no había podido caminar por la puñetera ciática. La vio pasar:
–Nina, ¿dónde vas?
–Malditas las ganas que tengo de ir al muelle, Lita; pero llega el barcu [1] y no me queda otra. ¿Cómo estás de las piernas, hija?
–Sólo tirando. A ver si pasa de una vez y nos damos unos paseúcos tú y yo.
–Eso está hechu, Lita. Ya te pondré un buen café de pucheru.
Lita también andaba algo acatarrada, y había perdido mucho el olfato la mujer. Eran amigas desde chiquitinas, con sus toma y deja, pero se conocían hasta las entretelas la una y la otra.
Maridos marineros, vida dura. Lita era viuda desde hacía algunos años. La mar se llevó lo que más adoraba, al marido que tanto amó. Tenían un hijo, el pequeño Manuel –siempre lo llamó así-, tan buenín... Ahora era abogado allá en Zaragoza. Le cuenta que, en breve, podrá ser juez, que se está preparando duro. A ella no le importa mucho. Está muy orgullosa de él, por supuesto; pero lo ve en contadas ocasiones al año, en Nochebuena, unos diúcas en Semana Santa y el mes de agosto, que viene con la mujer y los tres mozucos (el mediano es clavao a Tano). A ellos, esto de la playa y el verano les encanta; son chicos, pero le están cogiendo gusto al pueblo, ¡gracias a Dios! La mujer es un poco sosuca y no viene de muy buena gana, pero con el buen marisco y pescado que le prepara y esos flanes y quesadas, pues Lita se la ha ido ganando. 
El pequeño Manuel quiere que vaya a pasar temporadas con ellos, pero Zaragoza está muy lejos y ella no quiere dejar su nido por nada del mundo; pero, a punto de cumplir los ochenta y seis [2] años, tendrá que írselo pensando.
Lita tiene la tarde pensativa; hace frío y no va a salir. Después de saludar a Maruja, se vuelve hacia adentro y se queda mirando. Lo ve todo muy viejo y se dice: "en cuanto mejore el tiempu, me llego a ver si encuentro algún sofá guapu y unas alfombrucas –esta moqueta ya apesta y me da mucho trabajo–, y voy a poner calefacción, que los muzucos me lo agradecerán; pero soy tan terca, me cuestan tanto los cambios... Me parece que me alejo de Tano, ¡si hasta hay cosas que aún me huelen a él! ¡Seré tonta, después de tantos años...! Además, con esos radiadores eléctricos, yo me apaño; pero cuando vienen los críos, se quejan de humedad, ¡hasta el pequeño Manuel y la Sarita sienten húmedas las sábanas! Pues yo las noto como siempre. Voy a encender el de la sala y a merendar algo caliente".
Maruja estaba en el muelle terminando la faena. El barco había descargado, y en la lonja estaba todo controlado. Estos hombres ahora irán a tomar unos vinos –se dijo– y yo no pinto nada con ellos y menos con esti fríu. Estoy pensando que paso por casa de Lita y que me invite a un cafetucu, que me va a entonar.
Cuando se acercaba a las casucas, notó que olía raro; miró y vio salir mucho humo de la ventana de la sala de Lita. Echó a correr gritando como una loca, pidiendo auxilio. Los del bar de la esquina, al oírla gritar, salieron y, viendo el panorama, llamaron rápido a los bomberos.
Y entonces es cuando lo vi yo: a una anciana agarrada a un bombero que la estaba bajando en brazos por una escalera (había ido arriba [3] a ponerse la bata) y ella dándole un agradecido beso en la mejilla, bien agarradita a  su cuello, y luego otro... ¡Y salió en el telediario! Por eso lo sé.
La casuca ardió casi entera. Las dos amigas, abrazadas, lloraban desconsoladas; una, de alegría porque se salvó su amiga, y otra, de miedo y de pena porque sólo salvó la vida.
–Llama al pequeño Manuel, Maruja, por favor. ¡Qué disgustu le voy a dar! Déjame que vuelva a agradecer a estos muchachos que me sacaran y salvaran los cuatro ladrillos que quedan.
Las lágrimas brillando en los ojos  del joven bombero, creo que sólo las vi yo.

                                                                                           REMEDIOS LLANO PINNA © 
                                                                                                                                      ENERO 2018

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2 comentarios:

jezabel dijo...

¿es una historia real?
porque parece sacada de un noticiero, me ha gustado mucho reme, tiene tu firma personal.
Se te hecho en falta el taller anterior, pero a este viniste con muchas ganas.

Anónimo dijo...

Tienes mucha agudeza chiquilla!. La escena del beso es real, al parecer salió en un Telediario y alguien lo comentó en la prensa, me pareció oportuno y bonito, dado el tema de este taller. Ahora bien,la historia que hay detrás sólo la "sabía yo". Un abrazo guapa, y gracias.
Remedios LLano.