EL BESO
Voy de camino a casa, otra mañana más. En casa me espera mi
familia, pero no me doy prisa. Son diez minutos de coche y los conduzco
tranquilamente; uno, porque el camino de vuelta resulta
precioso, con el mar al fondo entre curva y curva, y dos, porque estarán desesperados
y nerviosos esperándome para comer. Hace un día espectacular, un sol radiante
para ser un mes de diciembre, pero fresco; hoy podré llevar a cabo la única
prescripción médica que llevo al dedillo: veinte minutos diarios al sol.
El recibimiento en casa es como siempre: ¿qué hay para
comer?, ¿cuándo comemos?, no me gusta, ¿no hay otra cosa?, ¡no me deja hablar!
Y las respuestas de siempre: ¡hay comida!, ¡siéntate bien!, ¡no hables con la
boca llena!, ¡no grites!, ¡deja hablar a tu hermana!, ¡vaaale!, ¡caaalla!… Y entonces
me acuerdo de Gloria, la profesora de infantil, que, en la primera reunión a la
que asistí –no se me olvida, y ya hace quince años–, nos decía: que de cien semillitas que plantáramos en nuestro
hijos, si germinaban diez , que nos diéramos por contentos. Yo planto
semillas tooodos los días a la hora de comer.
Finalizada la comida y cada uno a sus tareas, me dirijo a la
terraza de la calle y me siento en las escaleras a cumplir mi obligatorio rato
de medicación. Cierro los ojos y dirijo mi cara hacia este astro rey que hace
subir mis niveles de vitamina D y alguna cosa más que no me acuerdo. Siento sus
rayos acariciando mi piel, que provocan una sensación de paz que inunda mi ser, de luz
y hasta un poquito de calor; es como si la vida te abrazara, te arropara, te ¡mmm!...
Y es cuando noto tu presencia y, sin abrir los ojos, me llevo el dedo índice a
mi mejilla derecha, haciendo una leve señal y te me estrellas encima, veinte kilos de un saco de pulgas, blanco y negro, lleno de pelo que, de un lengüetazo,
recorres mi cara y te tengo que apartar rápidamente, porque si no, me vas hacer
un lifting; cola, patas y hocico
expresan la alegría que te da verme. Es el beso más sincero de toda la mañana y
siempre sucede durante estos veinte minutos mágicos al sol.
Rosa María Díaz ©
2 comentarios:
Un final inesperado, por lo menos para mí.
Muchas gracias por mostrarnos poco a poco trocitos de eso que llamas tu mundo, haber como nos sorprendes este mes.
bienvenida ha esta locura llamada taller
Gracias!!, la proposición de este mes es un poquiiiiiito difícil
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