EL BESO
Cierro el ordenador en un impulso por no leer
ningún email más que me haga llegar
tarde. Mientras me abrocho el botón del pantalón, miro ensimismada a través de
la ventana: ¡No puede ser! ¿Es el contraste del blanco de las ovejas con el
rojo de la pared de la casa de mi vecino, o quizás el conjunto ovejas, hierba, muro
de piedra, o es el sonido de los cencerros lo que me deja absorta? ¡Cuánta paz
solo mirando por la ventana!
Cojo el coche y conduzco lentamente. Pensaba
surfear media hora antes de ir a mi primer día del taller de escritura
creativa, pero ya no me da tiempo. ¡No hay prisa! Me cruzo con un tractor, ¡es
Rafael! Me reconoce, me saluda y le saludo.
El coche va solo, conoce el camino. Aprovecho
para observar tanta belleza como tengo delante. Está atardeciendo, el cielo se
ha vuelto rosa. Sé que tiene un nombre ese color del cielo al atardecer, pero
ahora no me importa. ¡Qué bonito! Los prados, San Vicente al fondo, los Picos
nevados.
Recorro el pueblo buscando la sala. Subo, bajo,
subo. Podría seguir un tiempo más, estoy encantada, pero lo encuentro. Todos
leen. ¡Qué diferentes! ¡Qué interesante! ¡Qué interesantes! Para el próximo día,
“El beso”. Yo, mientras venía, ya lo he sentido. ¡Lo tengo fácil!
Almudena Pascual Álvarez de Cienfuegos©
Ruiloba, 14 de enero de 2018
1 comentario:
solo puedo decirte que tengo muchísimas ganas de que tengamos el próximo taller para ver que has escrito, muy chulo el relato.
bienvenida ha este mundo de locos llamado taller de escritura.
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