La verdad, no sé qué le encuentra la
gente a emborracharse. No le veo la gracia a perder el control de tus actos, a
decir simplezas, a reírse por cualquier cosa como un cretino. Y encima, como no
controles las mezclas, a tener una resaca al día siguiente que te hace maldecir
el haber bebido descontroladamente. Decididamente, una mala idea, por lo menos
para mí.
Es cierto que eso no tiene nada que
ver con tomarse algunas copas, que eso no hace mal a nadie. Unos cuantos vinos
y algunas cervezas durante el día, y por la noche un par de whiskies –como
ahora, mientras escribo, para inspirarme un poco– no es de lo que estamos
hablando. No estoy diciendo que tengamos que ser abstemios, a ver si nos
entendemos. Lo que pasa es que hay que controlar antes de que los ojos se te
pongan vidriosos y se te trabe la lengua. Controlar, esa es la cuestión. Vale,
creo que me entendéis, así que corto el rollo. ¿De qué íbamos? ¡Ah, sí! De las
cogorzas. Pues eso, que están fatal.
Conocí yo a una finlandesa que estaba
más buena que el jamón de bellota. Pata negra, vaya. Metafóricamente hablando,
claro, que en realidad era muy blanquita ella, pero ya se me entiende. El caso
es que no había forma de hincarle el diente, porque agarraba tales cogorzas que
luego lo único que le interesaba era dormir y roncar a pierna suelta. Un
desastre. Y como todos los varones saben, nada hay más… desestabilizante… que
una tía borracha perdida. Así que me quedé sin probar el menú del día
escandinavo. Y claro, me prometí que yo nunca me vería en esa vergonzosa
tesitura. Pero bueno, entre eso y tomarse otro whiskito –para inspirarse–,
tampoco hay que exagerar. Así que, pienso yo, que le den mucho a la vikinga y
que la aguante su padre. Anda, “aguante” va con diéresis, ¿no? ¿Y dónde coño han
puesto la diéresis en este teclado, que no la encuentro? ¿Y si no va con
diéresis? Mira, yo lo dejo así y a tomar pol saco. Total, como corrijo yo…
jajajaja. Es que hoy no estoy yo hoy para pensar, será el calor. Y es que me
entra un calorcito por dentro, así, que empieza en el gañote y lo notas que va
bajando… Será que se acerca el verano.
Bueno,
perdón, que estoy hoy muy disperso. Volvamos al tema que nos ocupa. Que, por
cierto, ¿era? ¡Ah, sí, claro, la finlandesa! Bueno, no, la mamancia… Que no se
me interprete mal, me refiero a la cogorza, claro. Pues eso, que muy mal. Yo
nunca me paso de la raya. A ver, aclaremos esto: ¿raya va con elle o con i griega? Es que estoy espeso. Voy a ver si
me despejo con otro… Anda, si se ha acabado. Da igual, por ahí queda una
botellita de orujo que ya valdrá. A ver, que mí me da igual que vaya con elle o
con i griega, ¡como si quiere ir con diéresis! Es por cumplir, que más vale
pájaro en mano que ciento columpiando. Bueno, creo que no es así, y tampoco sé
si viene a cuento, pero es que me la trae floja. En sentido figurativo y
sincrónico, claro. Procuro controlar. Eso no quiere decir que alguna vez, como
me ha pasado esta noche, se te acabe el whisky y tengas que seguir con ron, o
con vodka, o con orujo o lo que pilles, y entonces tienes que ser
particularmente cuidadoso porque algunas tienen muy mala leche. Las finlandesas
no, coño: las mezclas. Si es que no sé por qué decía yo esto. Estoy un poco
despistado hoy; seguro que es por la mala alimentación (ya sabéis, verduras y
guarradas de esas). ¿Por qué decía yo eso de la mala leche? ¡Ah, sí, bueno,
claro! Pero es que a veces no hay más remedio. Porque tampoco vas a inspirarte
con un vaso de agua, ¿no?
Yo,
cuando estoy depre, pienso en la noruega. ¿Noruega? Bueno no sé, igual era
finlandesa. Me pasa que cuando la recuerdo antes del orujo se me hace que era
finlandesa, y después del orujo me suena más a noruega, no sé por qué. Si
después del orujo me tomo un vodka, entonces me parece recordar que era de las
Hurdes. Cosas de los años.
La
peor bebida que hay es la que se queda en la botella, porque parece que la
botella te mira con ojos vidriosos. Jajajaja, qué chiste me ha salido. La
botella con ojos vidriosos, es genial. Si fuera poeta, le hacía un soneto a la
botella ya. Pero es que ahora mismo no me rimaría nada, porque noto que se me
lengua la traba. De hecho, tengo problemas para leer, porque un ojo mira una
línea y el otro mira la anterior. Como si se me cruzaran los cables, vaya; pero
en vez de cables, renglones.
Creo
que me empieza dar algunas vueltas la cabeza. Ya dicen que las pantallas de los
ordenadores emiten radiaciones que son malísimas para la vista. Yo ya no veo
tres burros en un… Bueno, no sé, era algo así, pero no me acuerdo bien. El caso
es que esto del ordenador nos mata poco a poco. Yo ya debo de estar en las
últimas, porque, en el mío, las letras las veo sin orden ni concierto, no en
orden alfabético como Dios manda. Quien las puso debía estar con una cogorza
descomunal. Ay, Dios, qué cabeza de dolor me está entrando. Voy a ver si se me
pasa echándole un supositorio al vaso de ginebra. Digo yo que funcionará, ¡como
mi parienta me dice que pienso con el culo!
En
fin, que conste que a mí no me gusta beber, soy casi, casi abstemio. No del todo,
claro; por eso, alguna copita cae. Que uno tiene fuerza de voluntad, pero ya se
sabe que Dios propone y el hombre dispone… Era así, ¿no? Bueno, y si no, me da
igual. Además, vamos a ganar la Champions, ¿no? Y el Bustamante, ¿habéis visto
cómo baila? ¡Qué nivel! Ahora, que a mí me da que la que se ha casado con el
inglés ese pelirrojo va a tener un hijo negro; si no, al tiempo. Que a mí me da
igual, ojo, pero que los genes son los genes y también tienen mala leche, como
las mezclas del orujo con los Aromas de Montserrat. En fin, que no está hecho
el burro para la boca de la miel… Bueno, más o menos.
Hablando
de mamancias (ojo, que sigo con las bebidas), me estoy acordando del majete de
Winston Churchill, que siempre iba al Parlamento bien cargado de ginebra en la
tripa. Una vez dijo una de sus muchas chorradas y una diputada irlandesa, con
la que siempre se peleaba, le espetó que si no le daba vergüenza presentarse
borracho ante el Parlamento. El gordete le contestó que, ciertamente, él estaba
borracho pero estaría sobrio por la mañana, mientras que ella era rabiosamente
fea y seguiría igual al día siguiente. ¡Toma ya, para que luego digan que el
beber atonta!
Pero
hay que tener mesura, que luego te puede dar una cistitis que te hace polvo. No
me pongo fuerte con el tecnicismo, que no es mi fuerte y lo mismo no es
cistitis sino conjuntivitis, pero ya se entiende: por lo del hígado, que te lo
hace picadillo, vaya.
En
fin, voy a dejarlo correr, que, aunque ya se ve que estoy en vena, tampoco se
trata de ganar el premio Nobel. Aparte que imagínate si lo gano y tengo que ir
a recogerlo allí arriba y me encuentro con la finlandesa pata negra. ¿O era
noruega? Bueno, da igual, el caso es que era una borracha asquerosa y yo no
soporto a la gente que no sabe controlarse con la bebida. Y menos si te deja a
dos velas. Hala, a freír apios… ¿O eran espárragos?
José-Pedro Cladera ©
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