domingo, 1 de julio de 2018

FANTASMAS



Anoche, mi hermano el okupa durmió bajo su cama. Por la mañana, mamá le encontró envuelto en el edredón, con una linterna encendida, medio dormido y sudado, como recién salido de una sauna finlandesa. A la pregunta de ¿qué haces, Guillermo?:

–¡Mami, mami, tengo miedo de loz fantazmaz!

–¡Qué fantasmas ni qué fantasmas!

–Zi, la peli de Loz Cazafantazmaz. La vi con la Abu, anoche.

–Ya hablaré con tu Abu, por dejaros ver esas películas. ¡Para una noche que salimos tu padre y yo...! Escucha, Guillermo, con mucha atención: los fantasmas son como los globos; si se les pincha, ¡pufff! Desaparecen…

Yo no oí esto último, ya que se me hacía tarde para subirme al bus del colegio. En mi mente quedó que mi tierno y querido hermano ¡tenía miedo a los fantasmas!, y urdí un plan para esa misma noche, frotándome las manos. Me pondría una sábana blanca, cubriéndome entera, una linterna encendida bajo la barbilla y una cadena, que cogería del garaje, para hacer ruido. ¡Ufff, hasta yo sentía miedo! En clase, no me enteré de nada, tramando mi alevosa idea nocturna. 

Nada más llegar a casa por la tarde, entré sigilosa en la habitación de mis padres. Abrí la puerta del armario de las sábanas y cogí una blanca. Con unas tijeras, hice dos grandes agujeros redondos, simulando los ojos. Ya tenía todo: la sábana blanca, la cadena y la linterna. Ensayé delante del espejo con la luz de la habitación apagada y, la verdad, asustaba. Sólo quedaba terminar de cenar, ¡el okupa se iba a enterar!

Una vez todos acostados y la casa en silencio, me dispuse a ejecutar mi plan. Me disfracé y me dirigí a la habitación de mi hermanito. Abrí lentamente la puerta, la cerré sin hacer ruido, encendí la linterna e hice sonar la cadena:

–¡Uuh, uuh...! ¡Guilermooo..., Guillermooo...!

De pronto, sentí pinchazos por los brazos y piernas, y el okupa gritando:

–¡Ezplota, fantazma!

Yo también grité:

–¡Mamá, papá, socorro!

Al rato, se encendió la luz. Me quité la sábana. Ante mí, el okupa estaba con una aguja de tricotar en ristre, desafiante, desencajado, con cara de loco. Mis padres, asombrados; la Abu diciendo:

–Con razón no encontraba la aguja de hacer punto.

Entonces, mi hermano dijo:

–¡Mami, le he pinchado para que dezaparezca como un globo, como me dijizte, pero ha aparecido Criz!

¡Y tanto que pinchó! Me dejó como un colador. Encima, me castigaron por romper una sábana nueva y asustar a Guillermo, ¡qué injusticia! ¿Y él, que robó la aguja de la Abu? Lo mío sólo fue una “bromita”, sin importancia, por el bien del okupa, para quitarle el miedo a los fantasmas, ¿o no? 
                                                           
Ana Pérez Urquiza ©

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