viernes, 5 de abril de 2019

UNA VEZ TUVE 15 AÑOS




Una vez tuve quince años. Recuerdo haber estado molesta: quince ya eran muchos; tenía la sensación de haber nacido para ser siempre una niña, igual que a otros les había tocado ser padres o abuelos. Luego cumplí los 16, los 17 y empecé a mirar hacia el futuro, empecé a preguntarme cómo sería de mayor, qué vida tendría. La sola idea de pensarlo me inquietaba, pero me gustaba, me sentía cada vez más libre, disfrutando de mis elecciones, de mis estudios, de mi trabajo, de los amigos, de la noche, los viajes… Y así llegué a los 25 y ahí me quedé.

Tendrían que pasar muchos años, muchos, para darme cuenta de que ya no los tenía; ni los tenía, ni los quería. ¿No son pesadillas esos sueños que te llevan al pasado donde todavía no has terminado de estudiar? Sí, eres más joven, pero te queda todo otra vez por delante. ¡Qué pereza!

No cambiaría mi yo de cincuenta por el yo de quince, con toda su belleza de niña bonita, que ni en sus mejores sueños imaginó ser, saber, sentir, querer y por supuesto tener –si a las personas se las puede tener, claro– lo que ahora yo tengo.

Almudena Pascual©

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