–Porque
yo siempre tengo la razón, y no me mires así.
–Eso
es lo que usted se piensa. El mundo ha cambiado, ya no es como cuando era
joven.
–¿Cómo
que cuando era joven? Yo soy joven y bella, la más bella.
–Majestad,
ya le comenté hace más de dos siglos que usted no es la más bella del reino.
–Espejito,
espejito mágico…, estás poniendo en riesgo tu vida por no ver lo que todo el
mundo ve.
–Majestad,
con toda la educación del mundo, solo lo ve usted. Blanca Nieves ya decidió que
el mundo era más que este pequeño reino y que la belleza es algo efímero.
–Siempre
has estado aliado con ella, ¡no lo niegues! Qué mala es la envidia: se fue del
reino porque siempre ganaba yo y no aceptaba perder siempre.
–Majestad,
mirad a vuestro alrededor. ¿Qué veis?
–Veo
mi hermoso reino, que me adoran y aclaman y siempre están conmigo.
–No,
Majestad. Quítese la venda de los ojos…: nos encontramos dentro de una vieja
cueva, tapiada por los siete enanitos que cuidaron de Blanca cuando escapó de
usted por su egoísmo, y desde entonces estamos usted y yo solos. Y yo ya no
puedo más, no puedo seguir siendo la voz de la razón cuando usted se engaña
cada instante de cada día. Porque sí, mi reina, te sientes el ombligo del mundo;
o mejor dicho, del cuento, y éste se llama: Blanca Nieves y los siete
enanitos.
–Espejito,
no te atrevas….
–Este
terminal está apagado o fuera de cobertura en este momento –dijo una voz
automática en forma de respuesta.
Jezabel Luguera©
2 comentarios:
Hola, Jeza.
¡Qué bueno! Al fin sabemos, gracias a ti, cómo termina el cuento que, por supuesto, me ha encantado.
Gracias por este guiño-sonrisa.
Bs.
Lines
Muchas gracias lines
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