lunes, 18 de octubre de 2021

TEMA LIBRE

 



No puedo negar que me encantan las películas que se desarrollan en Navidad. En todos los canales, la televisión las proyecta continuamente Made in USA. Todas contienen la misma temática dulzona, vista una, vistas todas; con diferentes actores y actrices, claro está. Lo común es un pequeño pueblo con los habitantes más buenos del mundo, simpáticos y acogedores, muy felices todos los vecinos. Al fondo, altas montañas verdes, pobladas de inmensos árboles. En medio de estos, una cabaña perdida en lo profundo del bosque, habitada por un joven y apuesto hombre viudo, junto con dos niñas, rubias como él, de unos doce y seis años, encantadoras. Es de noche, nieva, la chimenea del hogar está encendida, la leña arde. Las niñas, cautivadoras, leen tumbadas en el sofá. Faltan cuatro días para Navidad. El padre sale a por más troncos de madera. Escucha un golpe seco, suena la bocina de un coche ininterrumpidamente. Tira la leña y corre despavorido, abrochándose la camisa a cuadros de leñador americano, en dirección al sonido. Encuentra a una joven de poblada melena, también rubia, dentro del coche, con la cabeza apoyada sobre el volante. Al cogerla en brazos, esta recobra el conocimiento, le mira y lo vuelve a perder. La lleva hasta la cabaña, la acuesta en una cama, vuelve en sí y lo típico: ¿Dónde estoy…, qué ha pasado? Él la tranquiliza relatando lo sucedido y ofreciéndole una taza de té caliente –sí, té; es lo más normal después de un accidente, ¿no?– Las niñas entran a la habitación y se sientan en la cama. Ya de mañana, la rubia despierta perfectamente maquillada y peinada, sólo tiene un pequeño arañazo en la frente. Baja al salón, donde los otros tres desayunan. Se une a ellos, se presentan y las preguntas de rigor: que si está bien, que si la llevo al médico… Él es sheriff del condado; ella, una ejecutiva estresada de Nueva York, de vacaciones y sola en el mundo, perdida en la noche. Ante la insistencia de los tres, accede a quedarse unos días con ellos. Las niñas saltan de alegría. Lo demás viene rodado: jornadas felices acudiendo a los preparativos navideños con las gentes del lugar, musiquita navideña que te invita a ser feliz. A ti se te va dibujando una sonrisita bobona ante el televisor y te dices “qué tontería de película”, pero, aunque sabes el final desde el principio, la ves hasta que termina.

Ah, ¿qué cómo finaliza? Pues estas cercanas Navidades os sentáis delante de la televisión y ¡a ver el emocionante desenlace!

 

Ana Pérez Urquiza©

No hay comentarios: