lunes, 8 de junio de 2009

PUZZLE DE CORAZÓN



Queridos compañeros:

Quisiera despedirme de vosotros, hasta el reencuentro del próximo taller, pero a mi manera, extendiendo el dorso de mis manos hacia vosotros, para entregaros y recoger, lo que yo creo haber observado y sentido a través de vuestras manos.

Disculpad de antemano mi atrevimiento, no tiene porque ser lo que sois en realidad, sino lo que yo percibo, en los pocos ratos que hemos disfrutado de ese placer, que es la escritura, lectura y conversación, donde de nuevo he aprendido a escuchar y no sólo oír, a callar y aprender, a estar donde me apetece estar, a conseguir otro perfil más para vivir.

Me costó entrar a formar parte de este grupo, y por desgracia para los dos personas que salieron, fue para nosotras la gracia de entrar, de este modo, con regocijo, comenzamos esta corta andadura.

El primer día que hice acto de presencia, porque de otra forma ya había accedido, tocaba celebrar el día del libro, y por tanto nos correspondía hacer la lectura a cada uno de un escrito. Al principio estaba bastante serena, pero cuando comenzaron a leer los veteranos del taller, comencé a plantarme si era aquel mi sitio. Madre mía, que manera de escribir, me sentí muy pequeña y la tranquilidad que llevaba se esfumó, pero he seguido, superé el susto y reparé en sensaciones que sin darnos cuenta, van enlazando a las personas, no sabría definir qué, pero hay siempre algo que une.

El día de mi debut, vi a las manos que tienen la disciplina y el saber en los escritos, reservadas, pero estando al corriente, pude ver también, que ponías cariño en el grupo del taller. No ha coincidido verlas en otras ocasiones, pero ellas me dijeron, que eres importante en esta forma de comunicarte.

Desde entonces he reparado en las manos de mis contertulios.

Dos de ellas son muy jóvenes, reposan apoyadas en los antebrazos, parecen tranquilas, pero elásticas cuando explican, revolotean como mariposas. Joven: que valiente entrar con personas de edad con relación a ti, (no sé si te has dado cuenta, que sumando nuestras edades, salen un montón de siglos), si pudiésemos dar atrás con todos nuestros años, estaríamos en la época de Leonardo Da Vinci; he observado que las manos de la Gioconda, se parecen en posición de reposo a las tuyas. Enhorabuena, eres valiente y poderosa.

Hay otras manos, grandes, experimentadas y enérgicas, sin embargo dejan en los escritos, sensibilidad y la posibilidad de definir y decir lo que ves o sientes, no te recatas, eso me gusta, directo, asertivo, divertido, reposan las más de las veces en sus piernas cruzadas, sujetando las rodillas o quien sabe, alguna idea que expondrás dentro de un ratucu.

Me he fijado que tenemos esas extremidades de muchas formas, estéticas, nerviosas, si eres tú, te apoyas en ellas constantemente, para explicar o arreglar cualquier frase, no has de preocuparte, yo te entiendo muy bien y creo que todos. Sí que valéis para esto, ¿sabes?, anhelo tu poder sobre las rimas, y no sólo eso, sino que veo que tu prosa, también te abraza envidiosa de esos poemas y trata de superarlos.

Agradezco a las cuatro manos que se fueron, para entrar nosotras, os he visto en otras ocasiones y, curiosa coincidencia, corresponden en definición. Os cuidáis de enseñaros, sois recogidas y las más de las veces silenciosas, pero si alguien llama a vuestra puerta, recibís y atendéis. Otra cosa, fuisteis generosas, dejasteis espacios que bien podríais haberos reservado.

¿Y qué se puede decir de estas manos? Tranquilas, serenas, que depositaron en las mías sus poemas, intenté ponerlos adecuadamente en mi boca y los hice fosfatina. Llevé por delante el cariño, la ternura, la sensibilidad, el anonimato, la intuición, el orden, estar a lo suyo, ser educadoras, el viajar por medio mundo tras sus anhelos más queridos. Sí, tengo esa pena, quizás en otra ocasión os lea mejor.

Estas manos, son de alguien muy sesudo en estos oficios de la pluma y la cuartilla. Distribuyen trabajos, observan, unen, sujetan las lecturas y se mueven despacio, sostienen miles de libros, hacen múltiples cosas y les da tiempo a todo, parecen seguras, aprenden, enseñan, desde luego son diferentes.

Hay seis manos que vienen juntas o se van juntas, no lo sé ni tampoco es importante, pero son distintas.

Dos de ellas, tienen viveza, fuerza, son algo así como las ganas de vivir, se sujetan a una sonrisa grande y abierta, con ojos brillantes, en definitiva, creo que se pueden denominar expresionistas, cuando se dirigen hacia alguien, están a disposición de la persona, con alegría, bien, bien.

Otras, son estéticamente perfectas, reposan sobre los músculos de sus extremidades inferiores, con delicadeza, extendidas, parece que buscan una referencia para el disfrute, a veces siento como si estuviesen reclamando ganas, no busques, las tienes dentro y esas manos lo reflejarán.

He dejado casi para las últimas las siguientes. Son como si de ellas naciese un montón de amores, sujetando el cuaderno, lleno de ideas, de recuerdos, a veces parecen defenderse alguna cosa, pero puede ser una costumbre, quietas, se alteran solamente cuando oyen algún detalle incorrecto, lo mismo que su dueña; se aferran a la libreta, como si se hubiera prometido no corregir a nadie, si es así, os doy licencia para que conmigo no lo reprimáis.

Y...¿Las manos que están abajo?, esas que se ocupan de los listados, encargos, teléfonos, correos, presentaciones, esas que se molestan en marcar nuestros números y así nos recuerdan el hueco para hacer las suplencias en el taller, y toman responsabilidades posiblemente abrumadoras, también preparan reuniones, ágapes. Suben y bajan rápido, tiene todo en su sitio, son MAGNÍFICAS. Hemos de felicitarnos por tener estas aliadas y dejarnos llevar por ellas. SI SEÑOR.

Y querida amiga, que decides irte a otro país, aquí haré trampas; porque te conozco y alío tus manos con tu forma de ser. Son pequeñitas, normalmente desprovistas de adornos, se mueven con sutileza, seguras, cariñosas, que aprietan en los abrazos, teatrales, alegres y desde luego, con el cariño que quizás alguien necesite. Improvisan a veces, pero son ordenadas y equilibradas, saben muchísimo de la vida y de las personas y les encanta tener nuevos conocimientos y experiencias, son valientes, ah y tenemos unas curiosas asociaciones de ideas, te quiero.

Recojo con vuestro permiso, todas estas sensaciones en mis manos, acertadas o no, las aprieto, las doy forma y después la coloco en el puzzle de mi corazón, y sí, entra perfectamente. ¡Bien!, mi órgano se va formando un poquito más y como me dijeron un día, el corazón y la cabeza, en algunas culturas orientales van juntas; yo las uno y así puedo disfrutar a dos bandas.

He recogido algunas cosillas que son menos agradables, pero sirven; con ellas hago como una cuerda, rodeo las buenas y así consigo que no se me escapen, esa cuerda rodea nuestra vida, pero no es malo, son situaciones superadas y como tales, han de estar ahí.

Cuando demos la mano a la otra parte de la vida, dejaremos que se rompa la cuerda, que se reparta lo mejor de nosotros y que lo demás sea olvidado.

Creo que la vitalidad tiene que estar preparada para uno mismo, las adversidades nos ocupan una parte y separarla del resto es necesario, es VIVIR con mayúsculas, hasta el punto final.

Un abrazo entero para vosotros, de esos que suelen ser correspondidos y dan lugar a merecidas palmaditas, en las respectivas espaldas.

En S. Vicente de la Barquera
Día 8 de junio de 2009
Ángeles Sánchez Gandarillas ©

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