jueves, 12 de noviembre de 2009

EL TIEMPO PULE LAS EXTRAVAGANCIAS


Su voz profunda y sensual me atrajo como un imán. Debería decir, "nos atrajo", ya que acudíamos a él como moscas a la miel. Sus dedos largos y sedosos se extendían sobre mi cuerpo y todos mis poros se abrían para absorber los aromas de su piel. Su mirada me encandiló durante tres años, después se volvió distante, luego fría. Él aspiraba a ser más docto, un dechado de saber, pero sobre todo, deseaba ser libre, "abejorro que vuela de flor en flor sin remordimientos", y me dejó herida como una leona.

La ausencia de José, cumpliendo su deber con la Patria, me sanó, se me bajó la temperatura corporal, y amplié mi campo visual. Un "dandy" al que yo había apartado de mi círculo fue extendiendo su telaraña hasta que me atrapó. Una tarde, en la que había quedado con él, con Ignacio, sonó el timbre. Rauda, como atolondrada, abrí la puerta, pero ¡ay, qué aspecto!, José desafiante me inspeccionaba. Tuve la amabilidad de hacerlo pasar, pero a bocajarro le dije:

-Espero a otra persona, no puedes quedarte.

-¿A quién?, ¿a ese mariposón de Ignacio?

-Sí, y no le faltes al respeto, porque quizá sea más hombre que tú.

Y le invité a salir. Bajaba los peldaños con parsimonia, seguro de que oiría mi voz arrepentida... Pero yo, en aquel momento, sólo quería que Ignacio se demorara, no quería que fuera menospreciado por la dialéctica del adversario y, por nada del mundo, quería que José tuviera la oportunidad de sacudirse de mis palabras: "Espero a otra persona, espero a otra persona".

Mi inesperada revancha estaba servida y ahora le tocaba a él, rumiarla, sufrirla y digerirla.

Pero el revés de la moneda nos presenta a mi más admirado compañero de trabajo, un profesional como un pino. Me es fácil reproducir las alabanzas de sus alumnos y alumnas:

a) Fue el mejor profesor de matemáticas.

b) Fue el tutor más comprensivo.

c) Fue mi gran amigo. Cuando posaba su mano sobre mi hombro me hacía sentir menos torpe, menos disruptivo, mejor persona.

d) Los ocho años que en el Equipo Directivo del Colegio de Vallecas, le convirtieron en un "señor" muy codiciado, pero lloré de alegría, cuando con los libros bajo el brazo, entró en clase y se presentó como nuestro nuevo tutor.

Y pronto se jubilará y acudirá con más asiduidad a las reuniones de compañeros y compañeras. Su voz, tal vez algo cascada, volverá a atraer a amigos y amigas, ¿Y a mi?...

Me he situado en un lugar discreto, en un segundo plano. Sólo oigo las voces cercanas y mis gafas las mantengo encerradas en el estuche.

Isabel Bascaran ©
San Vicente de la Barquera 6/11/09

3 comentarios:

Anonymous dijo...

Que ganas de reencontrarme con tus escritos. Son deseados y correctos, estando tú entre nosotros, cubres otro hueco en el grupo, casi estamos completos. Lines

Anonymous dijo...

Isabel.

Un texto muy limpio, y destacable,
enhorabuena por tus letras.

abrazos

V-.

Anonymous dijo...

Creo que de todo lo que he leído tuyo no ha habido nada que no me haya sorprendido... ¡qué ganas tenía de que volvieras!... se te ha echado de menos.
Espero que no te olvides de tu colección de historias... estoy deseando leer la próxima.

María