viernes, 4 de diciembre de 2009

QUERIDO AMOR...

Querido amor...

Las hojas del otoño han llegado y recuerdo muy bien la primavera, los campos de azucenas y de rosas, las lindas margaritas tan eternas. Recuerdo que buscaba tu latido, tu rostro por el cielo y por la tierra, y entonces en mis sueños te encontraba marchando a pasear por la ribera. Los chopos sorprendidos nos miraban, los sauces inclinaban su belleza, las tiernas mariposas de colores, dejaban el amor con su belleza. Y entonces aspirábamos sin freno el dulce vendaval de la galerna, aquella que nacida en nuestras almas, vibraba por la sangre y por las venas.

¡Ay rudo corazón!, ¿Por qué te encoges? tu guardas el amor en la alacena, y sientes, a pesar de tanto tiempo, nostalgia de momentos y vivencias. Un día pudo ser una mirada, en otro aquella frase que dijeras, y en otro aquel suspiro arrebolado ó el beso deseado que te dieran. Tú sabes que el amor nunca es pasado, que nace y es presente hasta que mueras, que viaja prisionero tras tus pasos contando cada una de tus huellas. Y sabes que ese pecho que suspira, reposa sobre el tuyo su cabeza, tus manos en sus manos enlazadas y un sueño que os cubra y os envuelva.

Más sabes, como yo, que todo muere, que un día ya cansados y sin fuerzas, tendremos que marchar hacia ese viaje, sin ropa, sin billetes y maleta. Y entonces rezaremos a los cielos, pidiendo que nos suba a las estrellas, aquellas que miramos tantas veces, de noche, paseando por la arena. Quizás no nos concedan ese sueño y puede que el salitre y la marea, ahoguen nuestras rezos y las voces se queden contemplando a las sirenas. Más eso es fantasía del futuro, y sabes que el amor no lo contempla, se ama cada día, en cada instante, se viven los segundos que nos quedan.

...Ya sé que los papeles y las cartas, aguantan con paciencia nuestras letras, y aguantan los te quiero reprimidos y aguantan tantas lágrimas sinceras. No quiero que tú veas esta carta y juzgues a las letras que aquí veas, espero que penetres más adentro y llegues a este pecho que te espera. Y espera los latidos de tu cuerpo que surjan con la brisa entre la niebla y lleguen a mi lado presurosos cubriéndome de amor con su inocencia. ¡Ay bello corazón, no me abandones!, recuerda nuestros besos y promesas, unimos con un lazo nuestros pechos e hicimos del amor nuestra bandera.

Rafael Sánchez Ortega ©
28/11/09

1 comentario:

Anónimo dijo...

INTENTAS ESCONDERNOS TU SENSIBILIDAD,PERO POCO A POCO ESTAMOS CONSIGUIENDO QUE NOS LA ESCRIBAS,DETRAS DE ESAS GAFAS HAY MUCHA TERNURA.