viernes, 4 de diciembre de 2009

TE AMÉ

Te escribo esta carta ahora con el paso de los años, no sé si te llegará siquiera, o si serás capaz de leerla si la recibes, pero hoy tenía la necesidad de escribirte y contarte lo que contigo viví, lo que sentí en aquellos breves encuentros que juntos disfrutamos y que el destino hizo que sólo se quedaran en eso, en la ilusión con que esperaba tu llegada aquellas tardes frías de invierno, en que sólo tu presencia me hacía sentir calor.

Aquellos besos apasionados que por mi cuerpo dejabas con la calidez de tu boca, tus abrazos que me hacían fundirme en tu cuerpo, las caricias que con tus manos dibujabas en mi cara, tu sonrisa, las bellas frases que me susurrabas al oído y tus mensajes de amor.

Cuánto disfrutamos juntos y nunca pudimos hacer planes de futuro, los dos sabíamos que era una aventura y que tendría su final, pero no queríamos pensar en ello y nos dejábamos llevar por nuestros sentimientos.

Los meses que pasamos unidos fueron maravillosos y nos olvidamos del destino, ese que tenía que llegar, y debías marcharte, eso lo supimos desde el día en que nos conocimos, pero evitamos siempre hablar de ello. Fuimos muy felices con aquellos encuentros apasionados y en los que nos entregamos nuestro amor sin condiciones.

Pero aquel día no acudiste a nuestra última cita, y en aquel lugar donde tantas veces nos amamos encontré una carta, en ella me decías que no habías sido capaz de despedirte de mí, que no querías verme llorar, ni que yo te viera a ti, que te perdonara por no ser capaz de decirme adiós, y que siempre me querrías, que jamás olvidarías los momentos tan maravillosos que vivimos y que te olvidara e intentara ser feliz.

Como comprenderás, en aquellos momentos el mundo se me vino encima y lloré varios días sin consuelo por tu marcha. Intenté localizarte antes de que te marcharas hacia ese lejano país, pero fue imposible.

Durante varios meses estuve muy triste y desconsolada, y sólo tu recuerdo me hacía sentir un poco mejor. Al cabo de un año recibí una carta tuya, mi alegría fue inmensa. En ella me contabas cómo era tu nueva vida, me pedías perdón de nuevo por no haber sido capaz de decirme adiós, y me confesabas que habías encontrado una persona que te hacía feliz, pero que por muchos años que pasaran, lo que habías vivido conmigo jamás lo olvidarías.

Me alegré por ti, te lo merecías, pues conmigo siempre fuiste sincero, y tu vida ya tenía otro destino. Lo que vivimos fue maravilloso, y yo también ahora soy feliz con otra persona.

Hoy tenía la necesidad de escribirte esta carta y contarte todo lo que a tu lado sentí y lo feliz que fui, ya que a la tuya no fui capaz de contestarte en aquel momento, pues todavía me dolía tu marcha, pero hoy he tenido fuerzas y quiero decirte que durante aquellos meses yo también te amé.

Flor Martínez Salces
Diciembre 2009

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