viernes, 29 de enero de 2010

SUEÑOS IMPOSIBLES

Sentado en aquel gran aeropuerto miraba con impaciencia su reloj, cuando una voz anunció por megafonía que el vuelo de Australia llegaba con retraso, ¡otra hora más de espera! Se levantó de la silla y desentumeció su cuerpo. Llevaba varias horas sentado allí, no quería perderse la llegada de su amigo y deseaba recibirle como se merecía, pues regresaba después de varios años a ayudarle a salir de ese pozo en que se encontraba metido y a estar una temporada con él.

Nervioso, comenzó a pasear por aquella gran sala en la que los pasajeros de otros vuelos iban y venían con rapidez y cargados de maletas, pero él, en aquellos momentos se sentía solo muy solo. Esa sensación la tenía desde hacía varios meses, cuando todos sus negocios se habían ido a la ruina, y todos los que un día dijeron ser sus amigos le habían dado la espalda; su familia le había abandonado, pues después de haber vivido en la opulencia aquello no lo soportaron.

Se había pasado más de media vida intentando hacer felices a los demás y empeñándose para triunfar. Los malos consejos de los que se acercaron a él para aprovecharse le habían hecho arruinarse y nadie fue capaz de tenderle una mano en estos momentos.

Por eso se había armado de valor y había escrito a su amigo de la infancia una larga carta explicando lo que sentía en aquellos momentos y en las ideas de suicidio que pasaban por su cabeza. A los pocos días recibía una llamada de teléfono de su fiel amigo diciéndole que regresaba a él, como tantas veces había hecho, y en esta ocasión tampoco le iba a fallar.

Siempre le había dado buenos consejos y apoyo, pero desde que se marchó su vida había dado un cambio y todo le había salido mal, se había dejado influir demasiado por los oportunistas de turno, que ni eran amigos ni eran nada, sólo eso, gente sin escrúpulos, que se habían acercado a él para aprovecharse.

Hoy se lamentaba de no haberle escuchado, pero no tenía fuerzas para seguir solo, y una vez más había acudido a él.

De nuevo una voz por megafonía anunció la llegada del vuelo, y pudo ver cómo el avión descendía para aterrizar. Su corazón latía acelerado y a lo lejos vio a su gran amigo bajar del avión.

Cuando llegó a su lado se derrumbó, y tras darle un fuerte abrazo comenzó a llorar desconsoladamente. Hacía muchos años que no se veían y ya peinaban canas los dos; después de aquellos instantes tan emotivos, salieron del aeropuerto y regresaron a su casa.

Allí, más tranquilo le contó lo que le había sucedido y que cuando había creído tenerlo todo, se había esfumado como un mal sueño. De nuevo su amigo le tranquilizó y le propuso que regresara con él a Australia, allí tendría trabajo, y aunque la vida sería diferente, estarían juntos.

Ya no tenía nada más que perder, no le quedaba nada, sólo deudas, así que no se lo pensó y se marchó con él.

Ahora que ya han pasado varios años siguen los dos allí, él tiene un trabajo y una nueva familia, y aún le quedan varias deudas por pagar aquí en España. Vive con humildad, pero es feliz. Estuvo a punto de triunfar, después de haber luchado mucho.
Pero no siempre en la vida sale todo como lo planeamos y los sueños a veces son imposibles de alcanzar.

Flor Martínez Salces ©
Enero-2010

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Flor..

Antes que nada felicitarte por la evolucion de tus letras,has avanzado mucho, y eso ,es digno de destacarse, Enhorabuena Flor. :). Un texto muy bueno.

Besos

V:

Anónimo dijo...

Flor, esta faceta nueva me gusta, estás un poco seria en el escrito, pero...¡Es bueno! Relájate, todo pasa, hasta los agobios. Lines