sábado, 8 de mayo de 2010

CONSIGNA


Esa tarde compró una prenda íntima, un bonito camisón de seda, blanco roto en un ataque de desesperación. Quería hacer una huida de su reciente pasado, iba ante su nuevo presente.

Su separación, ante ambas familias, ocasionó un prolongado fragor, nadie lo esperaba, daban la imagen del perfecto matrimonio de cara a la galería.

Ante esta nueva vida que se le brindaba tenía muchas expectativas, ya había pasado un tiempo prudencial desde la ruptura. No llegaba a comprender por qué su marido cambió tanto por dentro, fue una sorpresa, pero el destino les desunió para siempre.

Con su nueva relación tenia una corazonada, estaba de nuevo llena de ilusiones. Le conoció antes que a su exmarido, cuando eran adolescentes, y fue de esos primeros amores, pero resultó una quimera, una ficción y fantasía, ya que su familia se opuso a esa posible unión llena de ideales, fresca y sincera.

Su matrimonio más o menos de interés económico por las dos partes, se convirtió en una rutina, no se quisieron lo suficiente. El, era un hombre dedicado a los negocios, no se ocupaba mucho de su mujer, no la valoraba...

La llegada de su hijo, no ayudó a unirles mucho, al contrario, tenían conceptos diferentes para educarle. Para Él, la educación era un Credo, internado, disciplina, rectitud. Lo lúdico, no entraba en sus planes, siempre estaba ultimando objetivos desde que el niño nació. Deseaba fuera como su padre, el mejor en todo, tenia que ser perfecto.

Ella , tenia otra actitud hacia ese niño, era más tierna, protectora, no quería criarle como a ella, tenia que ser, él mismo... libre... persona.

Ahora pasaba página de todo ello, su hijo era mayor y Ella aun era joven para vivir como quería, era dueña de su vida. Su primer amor le estaba esperando, le llevaba al desenfreno, sentía la necesidad de desencadenarse de esos años pasados, oscuros, vacíos, disimulados ante familiares y amigos.

Con su camisón en la bolsa, después de pagarlo, salio de la lencería con fuerzas renovadas, esa noche a sus cuarenta años, iba a ser en realidad la primera, veía a aquella adolescente años atrás que acudía nerviosa, feliz y enamorada hacia su cita.


Ana Pérez Urquiza
Abril 2010

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